Pese a que estamos ante una muy buena temporada del Barça Femenino, la derrota en la final de la Champions ante el Arsenal ha sido un golpe duro, que demuestra como de difícil es estar siempre en la cima y nos hace ser un poco más conscientes de la realidad.
Es difícil hoy buscar un lado positivo a una decepción tan grande, pero sin querer tirar de tópicos esta derrota nos obliga a ver la realidad con otros ojos, a entender como de difícil es que un equipo llegue temporada tras temporada a todas las finales y gane la mayoría de ellas y que prácticamente siempre lo haga por goleada.
Este Barça nos ha acostumbrado a algo que no es normal, a un nivel tan superlativo, dominador y goleador que un partido “normal” parece malo cuando no es así, y es que, aunque no lo queramos ver, llegar a seis finales de la Champions o conquistar seis ligas consecutivas no es normal, es una proeza de un nivel tan grande que debe pasar a los libros de historia con letras doradas y ser una referencia para todos los equipos que aspiren a liderar una era.
Este Barça ha conseguido algo que nadie más había conseguido y que, pese a no haber conseguido la Champions League 2024-2025 frente al Arsenal, sigue siempre el equipo al que todo el mundo quiere estar, el conjunto de moda y que es seguido y admirado alrededor del mundo.
Que esta derrota sirva para poner en contexto todo lo que se ha conseguido, para entender que ganar cuesta y hacerlo como lo hace el Barça Femenino cuesta todavía más, y que estar siempre en lo más alto no es normal, que hay veces en los que un equipo superlativo tiene derecho a perder, llevarse una decepción para regresar el año siguiente con más fuerza.
Se ha perdido el objetivo más grande de la temporada, pero pese a todo, esta campaña sigue siendo muy buena y todavía estas jugadoras pueden conseguir un triplete descomunal, igual que sus compañeros del Barça masculino, que bien valdría una rúa por las calles de Barcelona.
Evidentemente, tocará sacar conclusiones, ya que esta temporada ha habido momentos y decisiones que no han estado a la altura de lo esperado y, pese a que no se puede ganar siempre y la vida son ciclos, a la dirección le tocará buscar respuestas para corregir estos pequeños errores para regresar con todavía más fuerza el año que viene.
El equipo ha notado la marcha de Jonatán Giráldez y de Mariona Caldentey, así como algunas jugadoras que han salido del club en busca de minutos y oportunidades que han obligado a ciertos cambios, principalmente de jóvenes, que deben madurar y aclimatarse con el tiempo, aunque a Pere Romeu y la dirección les toca reflexionar y encontrar los puntos débiles que por primera vez han aparecido, y que mejor que hacerlo con Aitana, Alexia, Ona Batlle, Patri Guijarro, Ewa Pajor, Clàudia Pina Graham Hansen o Salma Paralluelo y una generación de jóvenes culers que sube con mucha fuerza.
Todavía queda un título, la Copa de la Reina que el equipo jugará el 7 de junio contra el Atlético, en un estadio de pequeña capacidad, una final que llegará tras un absurdo e inexplicable parón de selecciones.
Realmente no se puede planificar peor, con un parón de selecciones antes de una final y sin buscar un estadio de mayor capacidad para un partido de primer nivel, lo que demuestra que existen ciertas instituciones que siguen sin creer en el proyecto del fútbol femenino, algo que también ha dejado muy claro la Liga, que decidió que el descenso se jugaría a la misma hora que la final de la Champions donde estaba el campeón de la Liga F, el Barça, algo que la Premier League no hizo.
Aunque se haya perdido lo que sí ha quedado claro es que el Barça sí cree en el femenino, con Joan Laporta y la plana mayor del club en Lisboa, al lado de las jugadoras y más de 20.00 aficionados que han estado con su equipo, superando todas las dificultades, para teñir la capital portuguesa de precioso color blaugrana, demostrando una vez más que el Barça femenino no es ninguna moda, es una seña de identidad culer que llegó para quedarse y de la que todo el club se siente totalmente orgulloso.
Y que nadie dude, volveremos, porque, aunque esta temporada no tengamos la corona europea en nuestras vitrinas, seguimos siendo el mejor club del mundo.