El rendimiento mostrado por el Barça de Hansi Flick en la presente temporada me ha traído a la memoria el equipo que ganó la Liga de 1984-85, que entrenó el inglés Terry Venables. ¿Por qué? Salvando las distancias, ambos tienen en común haber ganado la Liga en su primera temporada con un sistema de juego casi calcado: el fuera de juego.
Venables era un perfecto desconocido en el fútbol español. Como Flick, que solamente se le conocía en Barcelona como entrenador del Bayern Munich debido a aquel 2-8 de Lisboa, de agosto de 2020, que sumió al Barça en una crisis profunda mientras los bávaros culminaron el año con un sextete histórico.
La irrupción del equipo de Venables con un fuera de juego riguroso, acompañado por una presión agobiante para el rival, impactó hace 40 años exactos, desde comienzo de aquella Liga, con un 0-3 al Real Madrid. El Barça la ganó siendo líder desde la primera hasta la última jornada. Solamente perdió 2 de los 34 encuentros y distanció a 10 puntos (entonces se daban 2 por la victoria y había 18 equipos en Primera) al subcampeón, el Atlético, y a 17 al Real, que fue quinto. Como Flick, Venables optó también por potenciar la cantera, con los Calderé, Rojo, Moratalla, Clos y otros. Su mayor error fue preferir a Archibald en lugar de Hugo Sánchez como ariete, cuando el mexicano ya había dado su conformidad al Barça.
Pero en la siguiente Liga, la 85-86, aquel equipo que había arrasado tácticamente en la anterior solo ganó la efímera Copa de la Liga, ante el Betis y con 20.000 espectadores escasos en el Camp Nou. Fue segundo en la Liga, perdió la final de la Copa de Europa (ante el Steaua Bucarest) y la de Copa (ante el Zaragoza), tras disputar 63 encuentros oficiales. En la actual campaña, el Barça habrá jugado 59.
Viene todo esto a cuento de que el Barça de Flick ha gastado ya el comodín del factor sorpresa del fuera de juego y está a tiempo de introducir variantes en la estrategia de cara la próxima temporada. Persistir en ese sistema, cuando los técnicos conocen el antídoto, llevó a Venables al fracaso. Sus cifras fueron elocuentes: de una diferencia de goles de 44 (69 a favor y 25 en contra) en la 84-85, se pasó a 25 (61 a 36) en la temporada siguiente.
El culmen del sistema de Flick se produjo, como el de Venables, en el Bernabeu, donde la paliza al Real (0-4) se combinó con hasta 12 fueras de juego que exasperaron a los blancos e impactaron en el mundo futbolístico. Fue un correctivo severo y hasta humillante. Pero, como contraste, ante el Villarreal, en la penúltima jornada de Liga, el rival del Barça solamente incurrió una vez en fuera de juego y marcó tres goles para llevarse la victoria (2-3). De acuerdo en que se trató de un partido de trámite, pero aún así el equipo de Marcelino García demostró haber tomado la medida a esa defensa tan adelantada del Barça. Es una muestra de lo que puede esperarle al Barça la próxima temporada.
El aviso no puede caer en saco roto. Me gustó que en sus últimas declaraciones Flick reconociera que había que cambiar algunas cosas. No dijo cuáles, pero eso de encajar más de un gol por partido no es aconsejable, aunque el potencial atacante haya suplido con creces las carencias defensivas.
Hará bien Flick de adoptar otro sistema menos arriesgado. O cuando menos, no referenciarlo en la línea del centro del campo, para no dejar tanto espacio a los contrarios para contratacar. El alemán ha demostrado ser un buen estratega y me han gustado especialmente sus cambios, que casi siempre son acertados, así como la preparación física de los jugadores.
Pero ha de comprender también que los demás entrenadores le han tomado ya la matrícula y eso de ceder 40 metros a la espalda de la defensa sistemáticamente, será un chollo para los rivales y un martirio para los defensas y todo el equipo la próxima temporada.
Flick ha demostrado también que ha descubierto otro ADN de estilo Barça y ha enterrado el de 40 años atrás que tantos colores de cabeza causó a entrenadores triunfadores como Luis Enrique y Ernesto Valverde, criticados por los talibanes de una causa caducada.
Que Flick tome ejemplo de Venables. En el club hay una persona, Alexanco, ahora director del fútbol base, que puede informarle al respecto de lo que hemos expuesto.