El Barça vive días felices. De vino y gloria. El primer equipo de fútbol ha ganado Liga, Copa y Supercopa en un año muy movido en los despachos y más tranquilo en el vestuario. Hace un año, el club estaba en crisis, al borde de un ataque de nervios, y Joan Laporta acertó con su apuesta por Hansi Flick. Igual que en 2008, con Pep Guardiola.

Laporta es un presidente muy peculiar. Su gestión económica está bajo sospecha. No es un dirigente con grandes soluciones y algunas operaciones han sido de todo menos transparentes. También huelen mal algunas comisiones, pero Laporta se crece en los momentos más críticos. Es valiente y tiene agallas. Y sabe de fútbol.

Las instituciones

Con Laporta de presidente, el Barça fue un club muy respetado por la Federación Española de Fútbol entre 2003 y 2010. Ahora, se pelea cada dos por tres con Javier Tebas, el presidente de la Liga, pero luego hacen las paces o, como mínimo, se soportan.

Laporta es un presidente muy presidencialista. Escucha, pero siempre decide él. La convivencia con algunos directivos y ejecutivos es complicada, sobre todo en materias sensibles. Las dimisiones de Jordi Llauradó, Eduard Romeu, Juli Guiu, Ferran Reverter y Maribel Meléndez constatan el peculiar estilo de Laporta de dirigir un club que mueve 1.000 millones de euros anuales.

Flick y La Masía

Hoy, Laporta presume de Flick y de La Masía. Puso el club en manos del equipo y Flick se ha convertido en el capataz ideal. Con goles y victorias, los problemas son mucho más llevaderos y la afición está encantada. Con un equipo ganador y con Lamine Yamal como nueva estrella global, la recuperación económica siempre es mucho más fácil.

Laporta, sin embargo, tiene muchas asignaturas pendientes. Muchos asuntos por resolver. Las obras del Camp Nou van con retraso, pero el futuro coliseo barcelonista será espectacular. Menos o casi nada se sabe del futuro Palau Blaugrana. De momento, no hay proyecto ni financiación.

El baloncesto

Las secciones cuestan mucho dinero al Barça. Siempre ha sido así. Laporta no encuentra la fórmula para mejorar el equipo de basket, muy tocado desde las salidas de Mirotic, Higgins y Jasikevicius. Desde entonces, el club ha fichado a 11 jugadores y dos entrenadores y los resultados son decepcionantes.

Laporta tiene ahora el reto de solucionar los males de las secciones y de mejorar las prestaciones del equipo de fútbol. La Champions será el gran reto. Es el único presidente que ha ganado dos veces la máxima competición continental, pero quiere la tercera. El verano debe ser tranquilo, con pocos cambios, pero necesita incorporar las piezas adecuadas. Con Flick, el equipo seguirá teniendo hambre y Laporta necesitará su flor para soñar a lo grande.