Sigue el sueño. El Barça de Hansi Flick ha conseguido el segundo título de este 2025, el primero de los tres importantes, la Copa del Rey en una final ganada frente al eterno rival que tuvo absolutamente de todo.
Sin ninguna duda fue el Barça el que mereció regresar a Barcelona con un nuevo trofeo para exponer en el museo, aunque se pueda celebrar poco porque el miércoles ya tenemos un partido vital frente al Inter en la ida de las semifinales de Champions. Pero solo por ver la felicidad e ilusión de la marea blaugrana desplazada a Sevilla, o incluso la que lo siguió desde casa, ya ha valido la pena.
Hoy es momento para celebrar otro título y ser felices, aunque toca también analizar ciertas cosas que han pasado y que podían haber terminado en un escándalo mayúsculo.
La previa de la gran final ya indicaba lo que se podía avecinar, una rueda de prensa necesaria aunque prematura por parte de los árbitros en la que se dirigieron las preguntas a la vergonzosa campaña blanca de acoso a los colegiados con RMTV a la cabeza, que no podían ocultar lo mal que lo habían pasado, una realidad que desencadenó una reacción despiadada por parte del Madrid, una plantada con amago falso de no disputar la final con el único objetivo de condicionar el partido.
La estrategia surtió efecto y De Burgos Bengoetxea tuvo uno de los peores arbitrajes que se recuerdan, totalmente condicionado, evitando señalar hasta cuatro posibles penaltis, faltas muy duras y algunas expulsiones más que merecían, también con la ayuda inestimable de un VAR dirigido que pretendía no ofender al que realmente temen, obviando intervenir cuando hacía falta que lo hiciera y pasando a la acción cuando no tocaba.
Por suerte no será recordado, pero se vivió una auténtica vergüenza frente a las cámaras de todo el mundo que la justicia o el karma deportivo se encargó de equilibrar, con el empate de Ferran Torres para llevar el partido a la prórroga (porque fue imposible señalar ninguna clara pena máxima), hasta que Koundé provocó el éxtasis blaugrana en la prórroga.
Este equipo sigue dando pasos agigantados hacia la gloria y el olimpo futbolístico, ya han conseguido uno de los tres grandes trofeos, el segundo del año y se han llevado los tres Clásicos disputados frente al eterno rival, una situación de ilusión máxima con el que el barcelonismo sigue viviendo esta temporada y con el mejor dato de todos: que el gran juego que se está viviendo se esté traduciendo en títulos.
No parece menor, pues es muy difícil recordar a un equipo que no consigue ganar títulos, lo que asegura que el equipo de Flick pueda pasar a la historia de los campeones blaugranas, aunque han dejado muy claro que quieren más y que esto no se ha acabado.
Además, el éxito de esta Copa es totalmente colectivo, donde toca destacar el trabajo de Hansi Flick y su staff, como también de los jugadores que han subido de la Masía para ayudar a su club en uno de los peores momentos, como también de jugadores llamados a ser importantes que han dado un paso adelante.
Es imposible apuntar un solo nombre, este Barça es un trabajo coral que suma además a su afición, como otro elemento al que quieren obsequiar con títulos y alegrías.
Qué bonito es además ver como esta plantilla vive como una auténtica piña cada momento, con los jugadores de casa cantando el himno a pleno pulmón o con los amigos y familiares viviendo el momento, conscientes que es también su equipo el que acaba de proclamarse campeón, sin duda, la comunión perfecta.
Hoy toca disfrutar y ser felices y a partir de mañana tocará volver a poner los pies en el suelo y preparar unos de los partidos más importantes del año, teniendo claro que se ha dado un gran paso hacia el gran sueño y la historia se sigue escribiendo.
Se ha ganado la Copa, con todo y frente a todo, jugando contra más que once jugadores vestidos de blanco, remontando la remontada de los de Ancelotti cuando más difícil era, levantándose de nuevo y demostrando al mundo entero que sí, que queremos y lo vamos a conseguir.
El mensaje está enviado: este equipo quiere, puede y se lo cree, aunque parece muy difícil, tiene ganas y sabe que lo puede hacer, y la afición es muy consiente de ello.
Somos campeones de Copa, pero esto solo es un paso más hacia el gran sueño que hoy, seguimos soñando, y sinceramente, yo no me quiero despertar.
¡A celebrarlo culés!