Hay muchas maneras de perder y el Real Madrid ha escogido la peor esta temporada. Al final el fútbol no engaña y te deja en evidencia. El equipo blanco está hecho añicos. No aplica ninguno de los mínimos conceptos tácticos que debe tener un equipo. Cada uno hace la guerra por su cuenta. Es una suma de individualidades sin ninguna idea colectiva definida. Físicamente, también están lejos de lo que sería una condición óptima. Corren poco y mal. Es una plantilla que tampoco reúne los valores competitivos más esenciales, como el sacrificio, la solidaridad, la ambición o el compromiso. Y el gran responsable es Ancelotti. Se le ha ido el equipo de las manos. Tiene su mérito, porque es imposible hacer jugar peor a un equipo disponiendo de una plantilla tan buena, a pesar de tener alguna carencia.

Se percibe que los jugadores ya no creen en él. Y por su inacción, el palco del Bernabéu parece que tampoco. Con lo cuestionado y señalado que está siendo por el entorno y todavía no han salido Florentino ni Butrageño a demostrar el apoyo que cualquier institución escenificaría con su entrenador, estando todavía dos títulos importantes en juego. Lo han dejado más solo que la una en el patíbulo y con este silencio están contribuyendo a incrementar su falta de autoridad en un vestuario que ve al italiano como un cadáver deportivo. Que hay mal ambiente entre los jugadores es otra evidencia. Discusiones sobre el césped, recriminaciones, enfrentamientos en los entrenamientos, protestas constantes a los árbitros.

Se palpa un contexto de crispación que se ha traducido esta temporada en expulsiones de Mbappé, Vinicius o Bellingham. Estrellas absolutamente desquiciadas. Y eso es lo peor. Porque cuando estás en un club grande, por lo menos, hay que saber perder. Y ni eso está haciendo bien, el Real Madrid. No solo está dando una mala imagen sobre el césped, sino también a nivel institucional. Ha criticado a la UEFA porque las votaciones libres y globales no le dieron el Balón de Oro a Vinicius, como si tuviera que ganar por decreto, y su protesta infundada empeoró con la ausencia del club en la gala, evidenciando un no saber perder fuera del campo, con la erosión a la imagen institucional que ello supuso.

El club ha faltado, reiteradamente, el respeto al colectivo arbitral, al que ha acusado de falta de honestidad en una nota pública bochornosa, colocándoles en el ojo del huracán. Ha tratado de presionar y condicionar a los colegiados con una burda campaña de videos infames semanales en Real Madrid TV. Incluso investigaron la vida personal y profesional a un colegiado porque se atrevió a expulsar correctamente a Bellingham. Ha emprendido una campaña mediática de acoso y derribo contra Medina Cantalejo, el presidente del Comité Técnico de Árbitros. Quizás, no les debe interesar que sea un tipo objetivo e independiente. El nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol, Rafa Louzán, confesó en El cafelito de Josep Pederol que cuando asumió el cargo lo primero que hizo Florentino es presionarle insistentemente para que el Real Madrid recibiera un mejor trato arbitral.

Y eso que esta temporada la benevolencia del Comité de Competición ha sido de campeonato imponiendo sanciones leves a Mbappé por una entrada criminal al jugador del Alavés, Antonio Blanco, a Vinicius por su agresión al portero del Valencia Dimitrievsky o a Bellingham, por menospreciar al árbitro.

El club blanco también mantiene un cruel enfrentamiento con la liga y con su presidente, Javier Tebas, a quien Florentino también quiere defenestrar porque no le tiene bajo su control. El Real Madrid se ha pasado toda la temporada quejándose públicamente de los horarios, del calendario, de las retransmisiones y hasta del reparto de los derechos de televisión. Los lloros han sido una excusa para desviar la atención y que no se hablara de lo mal que jugaba el equipo, que iba a ganar el septete según el pronóstico de los gurús.

En definitiva, que el Real Madrid ha sido una fuente inagotable de marrullerías, polémicas, insultos, agresiones y enfrentamientos institucionales, que lo único que han conseguido es alimentar el antimadridismo. Aun así, al equipo blanco no hay que darle nunca por muerto. Es difícil que una semana recupere todos los atributos competitivos de los que ha adolecido toda la temporada para luchar en óptimas condiciones por la liga y en la final de Copa. No obstante, no hay que olvidar que su gen competitivo aparece en el momento en el que mucho lo dan por muerto. Hasta el momento, lo que se está viendo es que el Real Madrid este año no sabe ni perder.