El Barça ya está clasificado para las semifinales de la Champions tras eliminar al Borussia Dortmund en los cuartos de final, una clasificación que mantiene la euforia colectiva y el sueño del triplete, pero que también ha supuesto un golpe de realidad tras el partido de Alemania que ha hecho salir de la cueva a los más pesimistas.
Es evidente que el equipo de Hansi Flick hizo los deberes en la ida, donde goleó 4-0 a los alemanes en Montjuïc para dejar vista para sentencia la eliminatoria, lo que permitió al técnico a descansar jugadores importantes como Pedri en el partido de vuelta.
En Dortmund el equipo blaugrana disputó uno de los peores partidos de la temporada --estaría entre este y el de El Sadar contra Osasuna--, fruto de la relajación por el resultado de la ida, las rotaciones y el cansancio acumulado, una derrota llena de sufrimiento y angustia por en entorno culé, acostumbrado a sufrir y normalmente, pesimista.
Evidentemente, se pueden sacar pocas conclusiones positivas del partido de Dortmund frente al Borussia, pero sin ninguna duda es un toque de atención para los que ya se veían campeones de todo; los partidos hay que jugarlos hasta el final y nada será gratis, habrá que luchar y trabajar muy duro hasta el final para cerrar esta temporada con los éxitos que soñamos.
El batacazo blaugrana del pasado martes es una derrota aceptable, ya que era el único partido que se podía perder sin problema, a la vista de que la clasificación era un hecho. Pero a partir de ahora no vale relajarse en nada ni tirar ningún partido.
Este toque de atención es el resultado ideal para afrontar el tramo final de temporada con la motivación y la atención al 100%, sabiendo que toca pelearlo todo muy duro, seguir trabajando y no relajarse en ningún momento, ya que hoy por hoy cada partido pasa a ser muy importante.
Frente al Inter volverá a ser muy determinante hacer un buen partido de ida en Montjuïc, pero la vuelta en Italia no será un trámite como lo fue en los cuartos de final, sino que será otra batalla más en la que los de Flick deberán salir airosos para alcanzar la final más deseada del curso.
El precedente del Borussia es el toque de atención perfecto en el mejor momento, un susto que debe obligar al equipo a no relajarse y a seguir dándolo todo hasta el final, pues en Liga no se puede cometer ningún error; en Copa no hay margen para ello y en la Champions se disputarán los tres partidos más duros del curso.
Los trofeos en juego bien merecen tener todos los sentidos bien puestos en lo que viene y tener muy claro que es ahora cuando el equipo se lo juega todo; hasta la fecha han cumplido con creces y nos han hecho disfrutar, pero toca confirmar las sensaciones y convertirlas en títulos.
Flick tendrá también una misión muy difícil, la de dar descanso a los jugadores para evitar que el cansancio se pueda apoderar de ellos y lleguen al 100% para todo lo que viene; con 25 jugadores enchufados y dispuestos a morir por cada balón y cada partido, pues la recompensa bien lo merece.
Y evidentemente, yo confío en Flick, en que sabrá dar los descansos y las rotaciones necesarias, que seguirá incidiendo con los cambios y manteniendo esta mentalidad ganadora en el equipo para convertir esta temporada en histórica, haciendo gala también de un gran estado de forma de sus jugadores.
Ahora tampoco cabe caer en derrotismos y pesimismos, se ha perdido un partido que finalmente fue intrascendente, pero ello no quita todo lo que se está haciendo bien, los 24 partidos seguidos sin perder ni que el Barça sigue optando al triplete este curso, desplegando un juego que enamora y engancha a todo el que le gusta el fútbol.
Y por el momento quien ya no puede hablar de triplete ni de Champions League es el Real Madrid, que se ha despedido de su competición con aire de cambio de ciclo en su equipo, otro motivo de alegría de la afición culé que vive una situación totalmente diferente a los blancos.
El próximo sábado 26 toca llevar la Copa a Barcelona, sumar un título más en las vitrinas y dejar muy claro al eterno rival que el fútbol mundial tiene un nueve Sheriff, se llama Hansi Flick y dirige al que queremos que sea un Barça eterno.
Yo creo, nunca he dejado de creer; ahora toca hacerlo.