Hay una historia que se ha contado durante décadas sobre Lola Flores. Dicen que, en una de sus giras en Estados Unidos, recibió una crítica en el New York Times que decía: “Ni canta ni baila, pero no se la pierdan”. Un juicio que, lejos de ser una sentencia negativa, encapsulaba a la perfección su magnetismo. No importaba si su voz no era la más prodigiosa o si sus movimientos no deslumbraban técnicamente; verla en un escenario era una experiencia irrepetible. Sin embargo, con los años, su hija Lolita ha puesto en duda la existencia de esa reseña en el periódico neoyorquino. Según su versión, alguien pudo habérselo dicho a su madre, que no hablaba inglés, y ella lo interpretó como una mítica crítica en el diario estadounidense.
Falsa o verdadera, la historia de Lola Flores podría aplicarse hoy a Pedri González. No es el que más regatea. No es el que más goles marca. No es el que más desborda. Tampoco es el más rápido, pero si a usted le gusta el fútbol no debería perderle la pista cuando coge la pelota y se la cose al pie. Cuando Pedri juega, todo tiene sentido. Su presencia en el campo no se mide en números, se mide en influencia. Su fútbol es intangible, pero decisivo.
Pedri es la mano del rey en el FC Barcelona. No se sienta en el trono, no es la cara visible del poder, pero es quien decide cómo se gobierna. Con el balón, Pedri determina a qué se juega, cómo se juega y dónde se juega cuando el Barça salta al campo. No necesita adornos ni gestos excesivos. No arrasa con velocidad ni deja rivales tirados en cada jugada. Su fútbol es puro control.
Con la llegada de Hansi Flick, su evolución ha sido evidente. Más fuerte, más resistente y más completo en todos los aspectos del juego. Físicamente ha dado un salto cualitativo y ahora es capaz de sostener su impacto durante más minutos, algo que en temporadas pasadas no siempre pudo hacer. En este Barça, donde la juventud descarada se ha convertido en el motor del equipo, Pedri es el faro que ilumina el camino. Lamine Yamal, Cubarsí, Casadó, Balde... todos ellos aportan frescura y ambición, pero es el canario quien da la cohesión necesaria para que todo funcione.
El Barça de hoy provoca la mejor sensación que un equipo puede despertar en un aficionado: el deseo de sentarse a ver el partido porque pueden suceder cosas extraordinarias. En un fútbol donde muchas veces se impone el miedo a perder, el FC Barcelona representa la ilusión de lo inesperado. Y en el centro de todo ello está Pedri, ese futbolista que, como Lola Flores, no encaja en un molde convencional, pero nadie debería perdérselo.