La temporada está transcurriendo de forma vertiginosa y sin pausa para la mayoría de futbolistas de la plantilla del FC Barcelona, con un calendario que apenas permite un respiro. Sin embargo, para unos pocos está siendo una temporada interminable, con el tiempo estirándose como un chicle, y lo que es peor, sin visos de cambios a corto plazo. Para estos últimos, el cambio de aires es casi una necesidad. No pueden seguir un año más en el club, porque sería ya dilapidar una carrera, que empieza a tener más sombras que luces.
Dos jugadores están especialmente en el foco de los desventurados, de aquellos que Flick les ha hecho la cruz por una u otra razón. Uno ya hace tiempo que no levanta la cabeza, sumido en una depresión permanente y ninguneado de forma sistemática. Estamos hablando de Ansu Fati. Una promesa que se quedó en eso por culpa de las malas decisiones y de hacer caso a personas no profesionales. Ahora mismo, su futuro está tan lejos del Barcelona, que su propio agente, Jorge Mendes, le envía señales claras a través de los medios de comunicación. "Lo que necesita Fati es jugar", reclamó el representante portugués, abriéndole, ahora sí, las puertas de la salida de par en par este verano, porque lo que parece una evidencia palmatoria es que con Hansi Flick en el banquillo, su futuro es más tenebroso que una noche en Mordor.
El siguiente que, ahora mismo, es prácticamente una alma en pena dentro del vestuario es el portero Iñaki Peña. Su caso es todavía más paradójico que el de Ansu, porque estamos hablando de un profesional que ha perdido la confianza de su entrenador prácticamente de un día para otro. Tras la lesión de Ter Stegen, el alicantino se apoderó de la portería, sin dejar ninguna concesión al recién llegado Wojciech Szczesny, que había recuperado los guantes tras su retiro dorado en Marbella. El veterano portero polaco era más reconocible, durante esos días, por sus celebraciones en el vestuario vapeando, que por su aportación a la plantilla.
Pero hete aquí que amaneció el 2025 y todo cambió para el bueno de Tek -así le apodan dentro del vestuario-. Su estreno en Copa en Barbastro (0-4) fue un primer aviso para Iñaki. En todo caso, el canterano sabía que iba a ser titular unos días después en la Supercopa de España ante el Athletic. Sin embargo, Iñaki cometió un error imperdonable: llegar tarde a una sesión de activación previa a la semifinal. Resultado: descabalgado del once. Y desde esa metedura de pata, su vida se ha convertido en un torbellino de malas sensaciones, que solo pudo recuperar brevemente en la final de la Supercopa, por la expulsión de Szczesny, y en los dos siguientes partidos: ante el Betis en Copa y en Getafe en LaLiga.
Desde el partido ante los hombres de Bordalás, que acabó en empate (1-1), Iñaki ha desaparecido literalmente del equipo. En total catorce partidos consecutivos que ha jugado el portero polaco de todas las competiciones: Liga, Copa y Champions. Un panorama que no parece que vaya a cambiar y mucho menos si Tek se saca de la manga partidazos como el de este miércoles en Lisboa, con ocho intervenciones magistrales. Curiosamente, su primer partido de esta racha fue también en Lisboa.
Ante este panorama -se habla ya en el club sin tapujos de ofrecerle un año más a Szczesny- y el regreso de Marc André Ter Stegen -su reto es reaparecer esta misma temporada-, parece claro que Peña tendrá que ganarse las lentejas en otro sitio. Eso sí, algún día nos gustaría saber el porqué Flick le acabó haciendo la cruz de una forma tan radical como ignominiosa. Y es que nos consta que hasta dentro del vestuario todavía se lo pregunta más de uno...