La mayoría de los que vivimos el crecimiento de Messi con la camiseta del Barça tendemos a comparar su calidad, su capacidad para driblar, sus asistencias y sus golazos con Lamine Yamal, ese nuevo prodigio del balón, de 17 años, nacido en la cuna de La Masia, que parece desinhibido, pero no lo es, sino todo lo contrario. Es valiente, revolucionario, atrevido, sagaz y todo un talento del fútbol. Lamine pertenece a una nueva generación, distinta a la del argentino que nos hizo tan felices durante muchos años. Enemigo de las estadísticas sabe que hoy en día también tiene que eludir cualquier comparación con Messi. Le faltan muchos goles y muchos títulos para llegar al cielo messianico. Y él lo sabe.

Pero Lamine desprende perfume y también muchas notas de poeta. Es un joven alegre, al que le gusta una música que seguramente Messi no comparta, baila, canta, inventa celebraciones, asiste a conciertos y apenas le importa grabar un video bailando con su madre, la canción Lupita, un tema del mundo moderno de los jóvenes que crecen con el rap y no con los Stones. Y eso hay que aceptarlo. Los tiempos cambian.

Antes los presidentes de naciones importantes eran respetados, apenas emitían juicios en caliente, y hoy son llamados “sheriff” y  necesitan un segundo para emitir sus juicios en las redes sociales. Hubo un tiempo en que gustaba Sinatra y hoy toda esa juventud se está volviendo loca al ritmo de Bad Bunny y su canción DtMF que tiene un estribillo que a mí, particularmente me encanta: “Debí tirar más fotos de cuando te tuve. Debí darte más besos y abrazos las veces que pude”.

Esta canción se la cantó la grada de animación del Atlético a Luis Suárez cuando cumplió años. Es ideal para aquellos futbolistas que nos han dado alegrías. Como Messi, por ejemplo. Cuántos aficionados cantarían lo mismo. Cuántos habrían deseado tomarse más fotos y darle más besos y abrazos a Messi con la camiseta azulgrana. Y vale exactamente para hoy. Para Lamine especialmente, al que intentan desmoralizar desde Madrid porque lleva no sé cuántos partidos sin marcar un gol. Pero se olvidan de sus asistencias, de sus regates como el majestuoso que ejecutó contra la Real en la jugada del primer gol.

Sus amagues, recortes, engaños al rival y taconazos ya son un espectáculo por el que más de uno estaría dispuesto a pagar por verlo. No pierdas nunca esa inspiración Lamine. Sigue bailando y cantando, en el campo y fuera de él, que muchos aficionados, especialmente los que hoy están injustamente vetados por Jan Laporta para asistir a los partidos, quieren hacerse más fotos contigo, darte más besos y abrazos ahora que te tenemos. Eso que no hicimos con Messi porque creímos que siempre iba a estar con nosotros.