No hace falta mirar los goles encajados por el Barça cuando viene un rival en Montjuïc. El partido de mañana es como visitante. Pero es evidente que cualquier rival, si no es que juega con uno menos, es capaz de marcar al Barcelona. El partido ante la Real Sociedad se terminó en el momento de la expulsión de los vascos, pero se sufrió demasiado hasta entonces y tuvo que ser Dani Olmo, otra vez, quien nos sacara de dudas.

Ante el Benfica, los azulgranas no deben confundir la realidad. El partido de la fase de grupos fue la constatación de un mal juego por parte de los azulgranas, pero que sí son capaces de cogerse a la épica y al esfuerzo colectivo si les da la gana. Igualmente, sin menospreciar a los lusos, que estos fueran capaces de poner cuatro pelotas dentro de la portería azulgrana es un auténtico escándalo.

Los de Hansi Flick deben tomarse las cosas como serios avisos: cuatro goles del Benfica y otros cuatro del Atlético de Madrid que, en este caso, sí sirvieron para no dar la victoria al Barcelona. Si el chorreo de goles vuelve a repetirse, quizás el desenlace directamente será la derrota y una lección para ciertos jugadores que lleva tiempo gestándose.

Viendo el once del alemán este domingo pasado, es evidente que al míster le interesa liderar en solitario la Liga, pero todavía más aún no hacer el ridículo en Europa. Las rotaciones fueron lógicas, pero llegar frescos no es el único ingrediente para ganar. También se debe exigir más concentración por parte de quienes pueden resolver partidos o dar la vuelta si las cosas se tuercen y, especialmente, tener una estrategia táctica con nombre y apellidos. Hace frío, especialmente esta semana, pero las cosas grandes se empiezan a disputar ahora mismo.