La autoritaria decisión de Laporta de borrar de las gradas de estadio de Montjuïc la Grada d'Animació está teniendo consecuencias, la primera de las cuales es que los equipos visitantes tienen un ambiente mucho más favorable, porque los decibelios que generan socios y seguidores blaugranas han bajado considerablemente desde entonces. Ya en cada partido se escuchan, en el minuto 12, gritos de “Volem la Grada d’Animació”, mientras los seguidores del visitante (con el Atalanta a la cabeza) dominan claramente sobre un Montjuïc con los culés improvisando.

Dentro de la cadena de despropósitos, que el buen momento deportivo del primer equipo no puede ocultar, Laporta ha dado un salto cualitativo contra aquellos que discuten su gestión y ha instaurado la censura, en un gesto antidemocrático que le retrata. Una censura por partida doble. La primera, cuando expulsó a los casi 600 jóvenes de la Grada d'Animació porque se les ocurrió castigarle los tímpanos con gritos de “Barça sí; Laporta no”, en respuesta a su caótica gestión como CEO, director general, gerente y administrador del Barcelona. Dicen malas lenguas que cualquier día hará de portero en alguno de los accesos al estadio, sin descartar ponerse recogepelotas.

Laporta no soporta la crítica y sus “tics” dictatoriales le llevaron a elevar su nivel de censura cuando los partidarios de los animadores mostraron una pancarta que decía “Volem la Grada d’Animació” durante el partido frente al Rayo Vallecano. Esta vez fueron sus retinas las castigadas por tanta osadía por parte de los que quieren que el equipo de Hansi Flick esté debidamente respaldado. El Estadi Olímpic no es precisamente lo que se conoce como una “bombonera”, sino que tiene forma de plato de sopa. Fue diseñado hace casi 100 años (1929), cuando los estudios acústicos no existían. La ambientación sonora se diluye si no hay una fuente que la mantenga viva durante los encuentros.

La pancarta reivindicando la Grada d'Animació estuvo expuesta unos cinco minutos, que fueron lo que tardaron unos censores enviados por Laporta para retirarla, pese a que no era ofensiva, no tapaba la visión del partido, ni tampoco publicidad alguna. Fue un caso de censura pura y dura, como una especie de homenaje al franquismo en este 2025 en que se celebra el cincuentenario del fallecimiento del dictador.

A Laporta le importa un bledo que el primer equipo tenga que afrontar los partidos de casa en esta recta final de temporada sin el imprescindible respaldo de la grada, que empuja a los jugadores en los momentos buenos y levanta sus ánimos y los del público en los malos.

El retorno de la censura en el Barcelona, coincide con más episodios que van poniendo bajo sospecha su gestión día tras día. La censura no es sino otro peldaño, que sigue al de falta de transparencia en cuestiones no ya importantes, sino vitales para el futuro del club. Entre otras cuestiones podemos citar la de los nombres de los bancos que han prestado los 1.450 millones para la remodelación del Camp Nou, el de las sociedades que han comprado 475 asientos Vip, el de las condiciones del contrato con Nike que ha generado una comisión tan indecente como sospechosa de 50 millones a un intermediario y, el último, la sociedad que instalará la tecnología 5G en el Camp Nou, conocida como New Era Visionary Group, cuya oficina en Barcelona es un piso de 50 metros cuadrados y que tiene un capital social de 3.000 euros. Al frente de ella un moldavo con un notable historial de pillerías, varias por emplear un calificativo benévolo.

A pesar de las dudas sobre su solvencia, por carecer de currículum profesional y de clientes que acrediten su actividad y experiencia en la materia, dicha sociedad se ha comprometido a pagar 70 millones por explotar 300 asientos VIP durante 30 años. Poco tiempo le ha faltado al escamado Javier Tebas para investigar New Era Visionary Group, porque fue la que aportó el dinero para inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor el pasado mes de enero y ahora despide un tufillo de ser otro caso Barça Studios (más tarde Barça Vision y más tarde Bridgeburg). O sea, a otro paripé o simulación de inversión o tomadura de pelo. Que nada es descartable.

En fin, que la capacidad de sorprender que tiene Laporta no tiene límites. La censura ha sido la última de sus mil caras. Mientras, dicen que sigue por Dubai implorando limosnas a los jeques para salir de una situación que el próximo 7 de marzo hará cuatro años que perdura. El Fair Play financiero y el límite salarial siguen estrangulando el club y la culpa es, por supuesto, de la "herencia nefasta". O de las facturas del Botafumeiro, que todo es posible.