No tienen vergüenza, les da igual todo y siguen viviendo en su propia mentira. El comunicado del Real Madrid es incluso más escandaloso que la roja que le perdonaron a Romero en Cornellà-El Prat.
En un nuevo arrebato de rabia e impotencia, Florentino Pérez decidió soltar esta bomba atacando al estamento arbitral sin tener en cuenta todo lo que ha pasado en jornadas anteriores. Los mismos que se quejan ahora son los mismos que no dijeron nada el día del Celta en la Copa, los mismos que se callaron cuando le perdonaron la expulsión a Endrick contra el Alavés, los mismos que también miraron para otro lado cuando le perdonaron la expulsión a Camavinga en la final de la Supercopa, los mismos que hicieron como si nada con el penalti que les pitaron contra el Espanyol en la primera vuelta, los mismos que defienden el comportamiento macarra de Vinicius y también son los mismos que llevan un balance de 10 penaltis a favor y ninguno en contra en la Liga.
La queja del Real Madrid es desmesurada y fuera de lugar. Utilizan su poder y su altavoz mediático para condicionar y coaccionar los arbitrajes de las próximas jornadas cuando el resto de equipos de Primera y de la Champions tienen tantos o más motivos para quejarse cuando juegan contra los blancos.
Por una vez que la moneda les ha salido cruz, han montado un incendio extremadamente exagerado. Espero que alguien tome medidas. Espero que Louzán, el amigo de Florentino, les frene los pies. Espero que el resto de equipos también se planten contra el Real Madrid y Real Madrid TV como han hecho con el Barça por el caso Olmo, porque adulterar la competición es precisamente eso. De manual.
Por otro lado, el malestar entre los árbitros de la Liga es más que evidente. Las últimas jornadas han estado marcadas por errores graves que han condicionado resultados y han puesto en duda la credibilidad de este colectivo. No son santos de mi devoción y su actuación esta temporada ha sido más que cuestionable, pero la reacción del Real Madrid ha ido más allá de una simple crítica. El duro comunicado del club blanco y los vídeos de su televisión han elevado el tono a unos niveles peligrosos, convirtiendo a los árbitros en el enemigo público número uno.
Por si esto fuera poco, Luis Medina Cantalejo, presidente del CTA, decididió romper su silencio en una entrevista con Josep Pedrerol, un espacio mediático afín al Madrid y que no lo deja en muy buen lugar. Surrealista. Su aparición no ha servido para calmar las aguas de la opinión pública ni del colectivo arbitral. Sus palabras en este escenario no hacen más que evidenciar, una vez más, la falta de liderazgo y de criterio de este estamento.
Con todo, la posibilidad de una huelga arbitral parece cada vez más real. Y si bien la protesta puede entenderse como una respuesta al acoso que están sufriendo, también es cierto que han sido ellos mismos quienes han alimentado la crisis con actuaciones muy deficientes y unos jefes que dejan mucho que desear.
El fútbol español no necesita más tensión, sino soluciones reales: más transparencia, mejor formación y, sobre todo, más respeto por un colectivo que, pese a todos sus defectos, todavía es imprescindible para el fútbol.