Hansi Flick ya tiene su primer título como entrenador del FC Barcelona, la Supercopa de España conquistada en Arabia Saudí contra el Real Madrid en una final que podía haber sido una goleada descomunal si no hubiera sido por la expulsión de Szczesny.
Dejando a un lado que se trate de un título menor, el equipo que dirige el alemán ya ha conseguido su primer trofeo, dejando claro que tiene ganas de conseguir muchos más y de que su estilo y su juego no son flor de un día, sino un trabajo constante y diario.
Flick ha vuelto a pasar la mano por la cara a Ancelotti y ha pasado por encima de un Real Madrid que se vio muy vulnerable en la final contra el Barça, igual que ya ocurrió en el Clásico del Bernabéu, una sensación de superioridad blaugrana que hace soñar en grande a la afición del Barça para este 2025.
Tras este buen inicio en la Supercopa y la clasificación con autoridad en la Copa, tocaba volver a demostrar en la Liga que el Barça era un candidato real a todo, pero el equipo de Flick no consiguió imponerse en el Coliseum en un nuevo espectáculo lamentable del Getafe de Bordalá que no sabe lo que es jugar a fútbol, cosechando un nuevo empate que sitúa el balance en 6 puntos de 24 posible y que complica las cosas si el objetivo es competir el título liguero.
Este título también ha sido el salvavidas perfecto para calmar las aguas en el Barça, especialmente para Joan Laporta, que ha cerrado el capítulo de las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor con la cautelar del CSD y una rueda de prensa que pasará a la historia, no por las explicaciones que dio sino por la contundencia de las mismas.
El presidente blaugrana disparó contra medios de comunicación, periodistas y oposición, sin dar explicaciones importantes sobre la ocurrido e incluso, sin entrar en muchos de los temas que nos están preocupando estos días, como la grada de animación, la no vuelta al Camp Nou o el caso Heurtel, señalando como enemigos del club a aquellos críticos o contrarios con su gestión.
No es positivo que se ponga la diana sobre el que critica, ya que el Barça es mucho más que sus dirigentes y las quejas o críticas forman parte de un club democrático como el nuestro y de la libertad de expresión que debe regirlo. Afición, medios de comunicación y oposición pedían unas respuestas que no obtuvieron, una petición lógica que, al margen de algunos ‘zascas’, quedará pendiente y abierta a especulaciones y creencias.
Evidentemente hemos vistos actitudes personalistas como las de Jordi Farré, que piensan en ellos y no en el club, o a Víctor Font disparando con bala en una entrevista a Rac1, actitudes que restan más que suman, pero también quejas y críticas legítimas a la dirección del club que deben ser igual de respetadas que la propia opinión de quién dirige el Barça.
Hemos visto una masa social partida en dos últimamente, fracturada, entre los que defendían la actual gestión y los que la criticaban, una posible fractura que el Barça debe evitar ya que no conseguiría nada positivo, entendiendo a todas las partes y que, ambas, deben poder expresarse sin ser atacadas como club modélico y democrático que somos, igual que debe ocurrir en las gradas de Montjuïc.
Por cierto, hablando del Estadi Olímpic, el Barça ha notificado una nueva extensión del abono hasta el 23 de abril, lo que certifica que la vuelta al Camp Nou está lejos y que únicamente se hará para dos partidos de Liga como local y, esperemos, un partido de semifinales de Champions League, sólo tres partidos para una vuelta a casa que ya lleva demasiado retraso.
A la vista de la situación sería mejor quedarse en Montjuïc y regresar en agosto a un Camp Nou con más garantías, premiando a aquellos socios que llevarán dos temporadas de esfuerzo en la montaña mágica.
Si tal como hemos leído en mayo no se puede volver a Les Corts y Montjuïc deja de estar disponible, algo que sería un grave error de planificación por no haber alquilado todo el curso el Estadi Olímpic, las opciones se van a limitar a ir al Johan Cruyff o fuera de Barcelona (Mestalla o Metropolitano) para jugar el Clásico y las semifinales de Champions, algo inaudito que hay que evitar a toda costa.
Aprovechemos este primer título para calmar la situación, pero toca seguir trabajando para afrontar todos estos retos mayúsculos que tenemos, hacer autocrítica (todos) y comunicar las cosas mucho mejor.