La Navidad en el Barça ha sido como un gran belén viviente. Para el día de la lotería el club puso una demanda para obtener una cautelar y lograr que Olmo pudiera jugar. Le debía resultar una broma de mal gusto al Barcelona que para los Santos Inocentes, el mismo juzgado que le levantó el pulgar con Gavi se lo bajara en el caso Olmo. Entonces Laporta se fue antes de tiempo a buscar a los Reyes Magos al Próximo Oriente.
Al presidente se le atragantaron las uvas cuando vio que, pese a que la carta a sus majestades qatarís estaba entregada y firmada, el regalo (en forma de transferencia) no llegó a tiempo y le quitaron a su fichaje estrella. La Liga y la Federación le dieron carbón y el regalo gordo llegó en forma de cautelar del CSD. El roscón fue la goleada de Arabia, una forma maravillosa de terminar unas fiestas de frenopático.
Lejos de la autocrítica, el presidente defendió la gestión del caso Olmo y cargó contra la prensa y la oposición, recriminándole casi de refilón a la Liga su excesiva fiscalización sobre las cuentas del club.
Se quejó ayer Laporta de que parte de la prensa ha creado un relato falso de lo ocurrido en las últimas semanas. Apurar los plazos y transitar siempre al borde del abismo potencia esta sensación colectiva de vida o muerte, de cara o cruz, de conmigo o contra mí. Le gusta este escenario a Laporta, que compadeció al Barça de manera preventiva por si algún día acaba en manos de Víctor Font o Joan Camprubí, los socios que ahora mismo estarían en la línea de salida si se convocaran las elecciones.
Laporta tiene motivos para considerar que el relato apocalíptico es injusto. Si miramos los últimos dos meses, el presidente del Barcelona ha logrado equilibrar el Fair Play financiero gracias a la venta de los palcos VIP y ha rubricado un magnífico acuerdo de patrocinio con Nike.
El club recibirá más de 120 millones por temporada de la multinacional de Oregón, el doble de lo que cobraba hasta ahora. Un éxito de negociación rotundo, ya que Nike tenía en su poder una sentencia judicial en la que se le obligaba al Barcelona a cumplir su contrato hasta 2028. Además, tiene 158 millones en caja, ya que ha ingresado íntegro el upfront (la prima de renovación). El papel de Darren Dein como mediador ha dejado al directivo Juli Guiu en la cuneta. La comisión que se ha llevado el empresario es obscena, pero cabe reconocer que el contrato logrado es un contratazo para la próxima década.
Aparcado el asunto de Nike, ayer, entre Laporta y Manel del Río, el director económico del club, explicaron a medias en qué consiste la venta de los asientos VIP. Lo más importante no lo dijeron: quién es el comprador. Pero sí confirmaron que una empresa de Qatar ha pagado 30 millones y la otra, de Dubai, ha puesto 70 kilos y para explotar 500 localidades VIP durante los próximos 30 años.
Manel del Río detalló que estos fondos de inversión han desembolsado 100 millones (200.000 € por cada uno de los asientos) para explotarlos al precio que consideren oportuno. Sin embargo, el Barça sigue ingresando lo que tenía previsto, 22.000 euros por asiento y temporada. A priori es un buen negocio para todas las partes. Para el Barça, porque equilibra las cuentas sin hipotecar ingresos futuros y para los árabes porque su beneficio dependerá de su pericia a la hora de vender estos asientos a un precio más alto del que han pagado.
Cuesta entender por qué, en el negocio del fútbol, los buenos acuerdos están teñidos de absoluta opacidad, pero la realidad es que estas dos operaciones han equilibrado un presupuesto que seguía teniendo pérdidas, han limpiado las telarañas de la caja y le permite al Barcelona ir al mercado con normalidad a escasos meses de volver al Camp Nou.
Laporta se explica bien y tiene el club en la cabeza. Incluso los ejecutivos del Barcelona se sorprenden del nivel de detalle y conocimiento que tiene el presidente. Ayer brilló en la exposición del negocio de los asientos VIP (incluso sin desvelar quien los ha comprado) y en la argumentación jurídica para defender la postura del club en el caso Dani Olmo.
El titular fue "contra todo y contra todos", un mantra acuñado en el fútbol por cualquiera, desde el Barça hasta el Getafe, pasando por el todopoderoso Real Madrid. Los grandes hits de la rueda de prensa fueron la butifarra con mongetes, el Tio Faja, el agradecimiento al periodista José Álvarez del Chiringuito y el encontronazo con Helena Condis de la Cope. Se enzarzó en una guerra contra molinos, pero si miramos el bosque y no los árboles, el Barça está bastante mejor ahora que hace un par de meses.