La mejor entidad polideportiva del mundo cumple 125 años y es un motivo de orgullo para todos los culés. Esta celebre efeméride es una magnífica ocasión para recordarnos el privilegio que supone seguir disfrutando de este sentimiento tan profundo e irracional que, como todos los bonitos idilios, escapa de la razón y te hace sentir lo bueno y lo malo con una intensidad desmedida. Enhorabuena a tantas generaciones de culés, conocidos y anónimos, que han contribuido a llevar a la entidad hasta lo más alto. Reconocerles su aportación es es el mejor homenaje que se les puede hacer hoy.

La del Barça es una historia de resistencia, de supervivencia y de lucha por unos colores que representan unos valores sociales, culturales y políticos que van más allá del deporte. La única forma de conservar su rasgo diferencial es mantenerse fiel a ellos.

No debemos olvidar que la representatividad de la cultura catalana asumida siempre por el club también le convirtió en un vehículo de integración para los inmigrantes, como había sucedido con su fundador, el suizo Joan Gamper, paradigma mítico del extranjero perfectamente asimilado. La simbiosis entre la historia de Catalunya y el significado político atribuido al club, convertido en momentos históricos en un foro único de reivindicación, explican la peculiar rivalidad con el Real Madrid, alineado con ese centralismo español que, a menudo, olvida las periferias.

Es un buen momento para enorgullecerse de la grandeza del club. Pero también para preguntarse qué queda de aquella frase del “més que un club” y de su carga representativa y simbólica, defendiendo su valores fundacionales del catalanismo, universalidad, deportividad, solidaridad, justicia y democracia. Para conservarlos hay que preservar, más que nunca, el originario modelo de propiedad social frente a las sociedades anónimas en las que manda el capitalismo sin sentimiento. 

Los problemas que han acechado al club últimamente se han debido más a errores de gestión que a su naturaleza. Y es momento de celebración pero también de reivindicación, de exigir a los actuales dirigentes que mantengan la independencia del club frente a los poderes políticos, mediáticos y económicos, que fomenten mucho más la participación del socio en las decisiones más importantes del club en lugar de impedirlo. Se trata de acercarlos y no de alejarlos. 

Y recordarles que su responsabilidad es cuidar y unir al barcelonismo, y no dividir en función de su afinidad, sean socios, críticos o complaciente, aficionados, peñas o jóvenes de la grada de Animació. 

El Barça son todos. Incluso los que ejercen una crítica constructiva y fiscalizadora con el único objetivo de mejorar y proteger al club.

Per molts anys, culers !.

Visca el Barça. Abans, ara i sempre.