El Barça superó al Brest por un claro 3-0 que no solo les permite escalar posiciones en la clasificación, sino que también refuerza la sensación de que este equipo sabe cómo gestionar los momentos difíciles. El partido fue blaugrana de principio a fin y contó con un Lewandowski que sigue escribiendo su nombre con letras de oro en la historia del fútbol. Con 36 años, el polaco marcó dos goles que lo catapultaron hasta los 101 en la máxima competición europea, un récord que solo habían alcanzado Messi y Cristiano Ronaldo. Brutal.

Además, es inevitable comparar este logro con el de otros delanteros de su generación, como Benzema. Mientras que el francés, a su misma edad, disfruta de una jubilación dorada en Arabia, Lewandowski sigue siendo decisivo en el escenario futbolístico más importante. El fútbol le debe una a Lewy. Le debe el Balón de Oro de 2020, para reconocerle el increíble legado que nos está dejando.

El triunfo contra el Brest, sin embargo, no fue solo mérito de Lewandowski. El Barça demostró solidez y control, con una defensa compacta y un centro del campo liderado por Pedri que hizo que el juego fluyera de maravilla. Este es un equipo que todavía tiene lagunas, pero también mucho margen de mejora. Con los jugadores en su mejor versión, sigo pensando que este Barça puede llegar muy lejos en esta Champions.

Como en los tiempos del 'chorreo'

El Madrid volvió a caer, esta vez frente a un Liverpool que tampoco tuvo que hacer nada del otro mundo para dejar en evidencia las carencias del conjunto blanco. Carlo Ancelotti, de quien dicen ser el maestro de las grandes noches europeas, parece haber perdido su magia y volvió a apostar por un planteamiento de equipo pequeño y excesivamente conservador. El Madrid salió a defender el 0-0 como si el empate les sirviera, y la realidad les pasó por encima.

Mbappé, el hombre que debía liderar la nueva era madridista, volvió a ser protagonista... pero por los motivos equivocados. Falló un penalti en un momento clave, pero eso es solo la punta del iceberg del mal momento que atraviesa el francés. Le faltan actitud, trabajo y mucho compromiso. Si este nivel lo estuviera mostrando con la camiseta del Barça, ya sería el meme público número uno.

Al Madrid se le complica el panorama europeo hasta el punto de que incluso planea el fantasma de no clasificarse ni para los play offs de dieciseisavos. La cuestión ya no es si este Madrid puede ganar la Champions, sino hasta cuándo podrá sobrevivir en ella.

Íñigo, una renovación no tan prioritaria

El Barça se enfrenta a una decisión bastante importante con la renovación de Íñigo Martínez, un jugador que a pesar de su experiencia y liderazgo indiscutible en el vestuario, plantea interrogantes de cara al futuro. Con 33 años, es un central de calidad contrastada, pero también un futbolista que, por su edad y las preferencias deportivas del club, tal vez no debería ser una prioridad.

Es innegable que Íñigo está realizando una temporada excepcional, aportando solidez defensiva y veteranía a un vestuario que carece de experiencia. Su adaptación al sistema de Flick y su capacidad para competir en grandes escenarios son valores añadidos. Aun así, renovar a un jugador que ya está en la recta final de su carrera no parece la decisión más coherente.

Con Araujo, Cubarsí, Koundé, Christensen e incluso la posible llegada de otro nombre como Jonathan Tah, el eje de la defensa está más que bien cubierto. Íñigo rinde y aporta al equipo. Pero, como él, muchos otros también lo hacen. Renovar a Íñigo Martínez es una apuesta a corto plazo, y aunque sea doloroso, creo que el Barça debería mirar más allá y no priorizar su continuidad. Con todo y por contrato, tampoco nos podemos olvidar de que si Íñigo juega el 60% de los partidos renovará automáticamente. Renovará de forma merecida.