El fútbol español está a punto de estrenar una época. Será después del lamentable

parón de selecciones, cuando el Real Madrid visite al Leganés, en el primer

desplazamiento de los blancos tras el histórico e inmarcesible fiasco del "no Balón

de Oro" a Vinicius.



Los dilectos corifeos madridistas crearon un cuento de la lechera, con una

atmósfera irrespirable en torno a la concesión del galardón a tan díscola e

impresentable persona, de cuya calidad como jugador no cabe dudar. La gran

noticia de la victoria de Rodri llegó para despejar tan horrible perspectiva, que

hubiera convertido el fútbol español en un espectáculo propio de las glorias

imperiales de otros tiempos.



Sin duda, según los mismos corifeos, una confabulación judeo-masónica propició

que el Balón de Oro fuera para Rodri, un excelente futbolista en todas sus

facetas, que nos libró de la entronización de un personaje, entre la prepotencia y la

horterada propias de quienes no saben digerir con elegancia ni las victorias.



Hemos dicho que el fútbol español está a punto de entrar en una nueva época, sí.

Será la época del “Vinicius Balón de Playa”, que, con melodía de ‘Guantanamera’,

se han proclamado miles de consignas desde las graderías de los estadios españoles.



Será la gran revancha de los aficionados que están hasta la coronilla de Vinicius y

su “no Balón de Oro”, pero también del Real Madrid, que entre altivo y ofendido

declinó su asistencia a la gran gala del fútbol, en París.



El Real no atraviesa un buen momento en varios aspectos. En el futbolístico, por

supuesto, pero también el económico, por el golpe que sufrirá si, como parece, el

Bernabéu deja de ser una discoteca que expide un exceso de decibelios, irreparable

para los entendidos, lo que será motivo suficiente para suspender tal actividad, con

el consiguiente perjuicio económico. El asunto ya está en los tribunales, pero soy de

los que piensa que, por razones obvias, será la judicatura europea, y no la

española, la que lo sentencie definitivamente, por un grave delito de medio

ambiente.



Volviendo al tema que nos ocupa, el fútbol español le tiene ganas a Vinicius. Eso es

incuestionable. Los aficionados están hartos de sus protestas, desafíos,

provocaciones y todo tipo de faltas de educación y deportividad, en estrecha

colaboración con los árbitros. Por esa razón, le tienen ganas y han celebrado sin

disimulo el chasco del “no Balón de Oro” que le han concedido.



A partir de ahora tendrá que escuchar lo de “Vinicius Balón de Playa” cada vez

que sus chulerías solivianten al personal. Será, sin duda, el justo castigo a un

jugador que podría ser una estrella del fútbol, pero que, debido a su falta de ética,

no corregida desde su club, notará que desde las gradas se desaprueba su

conducta. Los aficionados hurgarán en las heridas sicológicas que le habrán

causado en sus meninges los votantes del Balón de Oro. Y como a la criatura no

hay quien la ponga en vereda, su réplica rebelde marcará una época en el fútbol

español.

Mientras, a esperar la próxima edición del Balón de Oro y que, caso de ganar

Vinicius (Dios no lo quiera), también se hable desde la capital de componenda,

amaño e injusticia, como esta vez ha ocurrido.