Parecía que la semana iba a ser insuperable, pero a veces los designios del destino deciden ponerse muy caprichosos y quieren más. Mucho más.
Nadie esperaba la derrota de Vinicius en el Balón de Oro. Un servidor defendía la candidatura de Rodri el pasado miércoles en La Ronda, de Radio Marca, y se quedaba "solo ante el peligro", como Gary Cooper, ante la avalancha de opiniones ratificando a Vini y remarcando la imposibilidad de que lo ganase Rodri. La sonrisa de satisfacción, anoche, no cabía en mi rostro.
Vinicius no lo merece. Fue el jugador más decisivo de la pasada edición de la Champions, pero nadie piensa que sea el mejor jugador del mundo. Marcó 24 goles en total --6 en la Champions, 15 en Liga-- y repartió 11 asistencias (Rodri firmó 9 goles y 14 asistencias). Son buenos números, pero no se atrevan a compararlo con Messi. El astro argentino también ganó algún Balón de Oro con polémica, pero anotaba 50 goles por curso y no había discusión en torno a su condición de mejor futbolista del planeta. Vini, lo siento mucho, estás a años luz de Leo. No hay comparación posible.
La victoria de Rodri es la victoria del fútbol. El razonamiento es simple. Cuándo nos preguntamos quién es el mejor jugador del mundo nos vienen muchos nombres a la cabeza. Normalmente pensamos en los más vistosos y decisivos, Mbappé, Haaland, el propio Vinicius, o Lamine Yamal últimamente por sus dotes de orfebrería con los pies. Pocas veces pensamos en el mediocentro... pero el fútbol es un deporte colectivo y el mediocentro es el encargado de hacer jugar a todo el equipo. El que une a la defensa con el ataque. El que ensambla todas las líneas. La prolongación del entrenador sobre el césped. Y cuándo nos preguntamos quién es el mejor mediocentro del mundo en estos momentos, quién es el mejor director de juego, ahí no hay dudas. Todos coincidimos. Es Rodri.
Gana el fútbol cuando es un mediocentro el encargado de levantar el Balón de Oro. Porque no es un mediocentro cualquiera, es un mediocentro que genera consensos globales. También gana el fútbol cuando NO gana el Balón de Oro un futbolista polémico, provocador y maleducado como Vinicius. Porque el fútbol también entiende de valores y es, precisamente, el deporte que menos valores tiene. Solo nos falta encumbrar al jugador que peor los representa.
En la gala del Balón de Oro también ganó el Barça. Dos días después de arrasar en el clásico, el club azulgrana convirtió la gala en un auténtico monólogo de barcelonismo: Lamine Yamal se llevó el Kopa, Aitana el Balón de Oro femenino y el Barça Femenino volvió a ser nombrado el mejor club del mundo. La derrota de Vinicius y la espantada borchornosa del Real Madrid, que canceló un vuelo privado de 50 personas y dio plantón a France Football y a la UEFA, dulcifican una noche claramente blaugrana.
Aunque la gran triunfadora es España. El fútbol español vuelve a estar en los más alto en todos los ámbitos y de forma incontestable. Los tres ganadores individuales --Rodri, Aitana y Lamine-- son españoles. Los mejores clubes del año --Real Madrid y Barça Femenino-- son españoles. La mejor selección fue la Roja. El mejor entrenador, Carlo Ancelotti, entrena en España. Y uno de los dos máximos goleadores del año, Kylian Mbappé, juega en España. Arrasa el fútbol español. El gran perdedor de la gala, como en el último clásico, fue el Real Madrid.