De “El nou clam” a “Som un clam”. No hay victoria que celebrar, ni tampoco título en la casa culé. Por ahora. Pero el Barça es un clamor. La palabrita indica que estamos hablando de un grito, y hay quien la ha definido como un grito de dolor o también puede significar una queja. Es un grito que pide algo, que expresa alegría o indignación. Pura esencia del Barça. El mismo día, un grupo de socios y simpatizantes –“Som un clam”- convoca una gran asamblea para presentar a sus integrantes, su proyecto y todo lo que vendrá después del 17 de octubre en que aspiran a convertirse en el gran motor de cambio del Barça. Dicen estar preocupados por la situación actual que vive el club y hasta aseguran temer que su modelo social esté en peligro de extinción.

En otro lugar, el mismo día, Joan Laporta, rodeado de amigos que en otros tiempos fueron duros y severos críticos con anteriores directivas, parecen obviar lo que “Som un clam” y el líder de “Sí al Futur”, Víctor Font, y Evarist Murtra, otro respetado y admirado socio –el 543- denuncian y hasta proponen que la próxima asamblea telemática de compromisarios desaprueben las cuentas que el presidente va a presentar. Seguramente, Laporta nunca tuvo un mejor consejero en su junta que Murtra, que en una entrevista en el diario Sport este martes efectuó unas declaraciones que no tienen desperdicio. Señaló a la actual junta de estar incapacitada para  gestionar el club de manera transparente. Esta vez Laporta se hará el sordo.

Toda una pena que todo este clamor azulgrana suceda en un año que hubiera sido ideal para la unidad y no para el aumento de la desconfianza en la directiva. La celebración de los 125 años de la fundación del Barça merecía un clamor único. No esta división que experimenta hoy la entidad.