Ambición. Esta es la palabra. Sin complejos de nada ni contra nadie. Si el Barça quiere volver a ser un equipo ganador en mayúsculas, necesita este punto de deseo y voracidad que Raphinha, Olmo, Pedri y otros jugadores del primer equipo han trasladado a los medios a lo largo de esta semana.  

Cuatro partidos, cuatro victorias, doce puntos, trece goles a favor y tres en contra pero quedarnos solo con esto sería injusto y resultadista que es precisamente lo que le recriminaron al Barça de Xavi.

Por suerte, además de los buenos resultados, Flick también ha generado buenas sensaciones. Muy buenas para ser más concretos. Ha convertido el Barça en un equipo que muerde arriba desde el minuto 1 al 90, que tiene criterio con el balón, que sabe jugar con paciencia y también sabe picar al espacios. Con poco tiempo y pocos recursos, el alemán le ha cambiado completamente la cara al equipo.

Todavía queda mucho y esto será muy largo. Es demasiado pronto para sacar conclusiones y para exigir títulos pero el inicio del Barça de Flick, repleto de chicos de La Masía, ilusiona. Ilusiona por el presente y por el futuro y, por cierto, también deja en muy mal lugar a sus predecesores como Koeman y Xavi que no confiaban ni sabían sacar el máximo rendimiento a los jugadores de esta plantilla. Esto también es lo que hay,

A Laporta le salen las cuentas

 
Laporta es un gran comunicador, el mejor posible para un club que vive en un caos constante. El presidente volvía a exhibir su versión más culé para inyectar una nueva dosis de optimismo a todos los socios que no lo acaban de ver del todo claro. Pero ¿será verdad todo lo que nos dijo? O ¿es una nueva cortina de humo?

Que el Barça está mejor que cuando él llegó es una realidad pero, a partir de aquí surgen las dudas. Decir que no han llegado a la normativa del fair play porque no han querido me parece demasiado osado. Que no han querido precipitarse con la renovación con Nike, ya es más razonable pero entre una cosa y la otra, han condicionado excesivamente la planificación deportiva de esta temporada. Esperamos que hayan tomado la decisión correcta y que, en el mes de diciembre, no nos volvamos a llevar las manos a la cabeza.

Los elogios excesivos del presidente y otros estamentos del club a Deco también demuestran que hay malestar interno pero tal y como ha empezado la temporada, podría quedar todo en una anécdota que nos lleve hacia un futuro mejor.

Con sus virtudes y sus defectos, Laporta volvía a demostrar que con poco es capaz de sacar al barcelonismo de la frustración absoluta. O, al menos, a mí me dejaba más tranquilo. Ojalá no sea humo.

El gran error de Vinicius

  
Las palabras de Vinicius fueron muy desafortunadas y totalmente innecesarias. Ahora que había cierta tranquilidad con el tema del racismo y todo el mundo empezaba a entender la gravedad de la situación, el futbolista del Real Madrid ha provocado un nuevo incendio fruto de su afán de protagonismo.

Vinicius no puede ser embajador de nada. Con su actitud provocativa no puede ser ejemplo de ningún tipo de valores. No alzó la voz cuando se jugaba el Mundial de Qatar en un país donde los derechos humanos brillan por su ausencia, tampoco dijo nada de Rusia donde ya sabemos todos que hay tolerancia cero con el colectivo LGTBI+ o de su Brasil natal donde también hay graves problemas de violencia y de racismo.

Es cierto que, más allá del titular que nos deja, el mensaje de Vinicius era más extenso pero el concepto viene a ser el mismo. A Vinicius le pueden salir muy caras estas declaraciones. No creo que a Florentino Pérez le hayan hecho demasiada gracia y, después de un inicio de curso marcado por el debate con Mbappé y una supuesta oferta de Arabia, no me extrañaría que el presidente blanco pueda plantearse su salida.