La decimoquinta y el fichaje de Mbappé han desatado la euforia en un entorno madridista, que ya de por si, es poco humilde. Ya están pensando en organizar los festejos de las futuras Champions que se dan por adjudicadas. Tienen motivos para el optimismo pero que vayan con cuidado porque cuando te crees en otra galaxia el fútbol te baja a la tierra.

Reunir a muchas estrellas juntas no te garantiza completar un gran equipo. El Barça ganó dos ligas y una Champions en la época de los galácticos en la que el Real Madrid parecía que arrasaría. Claro, que a los culés les hubiera gustado que se hubiera hecho la buena planificación deportiva que han hecho allí y fichar a Mbappe o Haaland, por mucho que Laporta ahora diga que la filosofía del Barça es apostar solo por la cantera cuando se ha gastado 300 millones en 25 fichajes en solo 3 año.

Pero el problema es la “asociación” de Laporta con algunos representantes, y que haga de presidente-entrenador, decidiendo cómo jugar y con qué jugadores hacerlo sin tener ninguna formación técnico-táctica, y cuando va mal señale con su dedo acusador al que se sienta en el banquillo. Muy ventajista e incoherente. El director de obra del nuevo Camp Nou ya ha informado que la 1a fase de las obras no estarán terminadas hasta marzo o abril. Otra mentira del presidente, que dijo que el recorte de plazos había sido clave para elegir a los turcos.

Algún día se sabrá el motivo de esa elección. Y es muy llamativo que se le marchen todos los buenos ejecutivos y no quiere ningún CEO, no vaya a ser que se oponga o descubra sus tejes manejes. Mientras, a Florentino solo le mueve hacer más grande a su club. Esa es la gran diferencia, más allá de un fichaje o de un entrenador. A pesar de ello, con un par o 3 de buenas incorporaciones, el Barça puede juntar una gran plantilla.

Si a la nómina de jóvenes que hay les sumas un pivote defensivo top, un extremo izquierdo desequilibrante y un lateral izquierdo, que doble a Balde, te sale un grupo sin estrellas pero potente. El tema es que Laporta quiere un nuevo entrenador pero que se adapte a los intereses del presidente, que no para de inmiscuirse en temas deportivos, que es donde se gasta la pasta, en lugar de dedicarse a generar recursos para el club, y es que el Barça es el único club de Europa que no ha recuperado su nivel de ingresos prepandémico. Lo de Nike no se ha podido gestionar peor.

Despotricas de tu principal esponsor en la prensa, le amenazas con fichar por la competencia y le pones una demanda pidiendo como medida cautelar poder negociar con otra marca. Pierdes las medidas cautelares, estas en junio sin haber presentado la camiseta del año pasado y los dirigentes de la marca americana saben que necesitas desesperadamente 100 millones antes del 30 de junio. Te has metido tú solito en el matadero. Por cierto, muy feo eso de prohibirle a los jugadores del Barça B que se acercaran a agradecer el apoyo recibido desde las gradas a sus aficionados presentes en el Estadio del Ibiza solo porque habían cantado “Barça, si. Laporta, no”.