Al City le faltó arriesgar un poco más para conseguir la victoria, fueron demasiado previsibles ante un Madrid que parecía al Inter de Mourinho en el Camp Nou. Guardiola aún no ha encontrado la fórmula para acabar con este tipo de planteamientos pero no se les puede reprochar nada ni a unos ni a otros.
Una vez más el Real Madrid acabó consiguiendo el milagro en Europa. No sé cómo ni porqué, pero es mejor no darle más vueltas. Demos por sentado que ganarán la 15ª en Wembley y que volverán a agravar, todavía más, la mala temporada del Barça.
Ahora llega el Clásico y la Champions pasará factura tanto al Barça como al Madrid, para bien y para mal. Con la clasificación, los blancos ya han marcado el 1-0 y ahora, le toca al Barça dar un paso al frente parta darle la vuelta a una semana 'horribilis' que tardaremos mucho tiempo en olvidar.
El partido de los errores
Pocas veces una jugada ha marcado tanto una eliminatoria que el Barça tenía tan bien encarrilada. La expulsión de Araujo lo hizo saltar todo por los aires y convirtió en decepción la ilusión de todos los culés.
Vayamos por partes, para mí, Araujo es el primero que se equivoca. Si el árbitro pita falta debe expulsarlo y, en este caso, cometió una acción que en la otra área también hubiéramos pedido a favor del Barça. Hay contacto y Barcola se quedaba solo ante el guardameta.
Tampoco tengo dudas con el penalti de Cancelo a Dembélé, aunque el penalti no señalado en Gündogan y la expulsión a Xavi, entre otras acciones, pueden generar más polémica.
Pese a esto el árbitro, el señor Istvan Kovacs, demostró una excesiva soberbia que interpreto como una coraza para disimular su bajo nivel. En los cuartos de final de la Champions están los mejores equipos pero también deben estar los mejores arbitrajes y esto no fue así. Que la UEFA designe a un árbitro de la liga rumana para este duelo es una broma de mal gusto. Y es que, con todo el respeto del mundo, su día a día es dirigir al Steaua de Bucarest, al Cluj, al Farul o al Voluntari. No hace falta añadir nada más.
En fin, el Barça cayó eliminado por los errores arbitrales y, sobre todo, de sus jugadores y entrenador. La expulsión de Araujo fue determinante y en estas condiciones, contra todo un PSG, no podía hacerse mucho más. Se acabó la Champions de una manera cruel y dolorosa.
Vayamos por partes, para mí, Araujo es el primero que se equivoca. Si el árbitro pita falta debe expulsarlo y, en este caso, cometió una acción que en la otra área también hubiéramos pedido a favor del Barça. Hay contacto y Barcola se quedaba solo ante el guardameta.
Tampoco tengo dudas con el penalti de Cancelo a Dembélé, aunque el penalti no señalado en Gündogan y la expulsión a Xavi, entre otras acciones, pueden generar más polémica.
Pese a esto el árbitro, el señor Istvan Kovacs, demostró una excesiva soberbia que interpreto como una coraza para disimular su bajo nivel. En los cuartos de final de la Champions están los mejores equipos pero también deben estar los mejores arbitrajes y esto no fue así. Que la UEFA designe a un árbitro de la liga rumana para este duelo es una broma de mal gusto. Y es que, con todo el respeto del mundo, su día a día es dirigir al Steaua de Bucarest, al Cluj, al Farul o al Voluntari. No hace falta añadir nada más.
En fin, el Barça cayó eliminado por los errores arbitrales y, sobre todo, de sus jugadores y entrenador. La expulsión de Araujo fue determinante y en estas condiciones, contra todo un PSG, no podía hacerse mucho más. Se acabó la Champions de una manera cruel y dolorosa.