Lo bueno del mes de abril es que el 25 de abril nació Johan Cruyff, inspirador del barcelonismo que entonces en esa época no pensaba en el ADN, ni en el estilo, ni en que había que ganar jugando bien. Ni Zubizarreta sabía que los porteros tenían que salir de su área. Lo importante era ganar. Eran otros tiempos. Y apareció él. Y un presidente, y un gerente, que apostaron fuerte. Ni Montal, ni Carabén tuvieron miedo. Todo o nada. Este jugador nos pondrá en la órbita, debieron pensar. Nunca pensaron en que nos hipotecara el club, como en cambio uno de los que se proclama más cruyffista que nadie, ha imaginado que alguien mejor que el Cruyff jugador, pudiera ser mejor futbolista y más rentable que su ídolo.
Y sí, es verdad. La filosofía Cruyff dio al barcelonismo los mejores éxitos que este club, a través de uno de sus mejores alumnos, ha tenido: Pep Guardiola. Fue hermosa esa época. Los jóvenes aficionados de hoy pueden enfrentarse a cualquier jugador y llamarle tonto. En ese entonces ningún futbolista negaba un autógrafo ni una foto. Conseguían lo que querían. Hoy, no solo se niegan a firmar, siendo unos jugadores de segunda. Y abroncan a los fans, que pasan horas esperando para lograr una firma o una foto. Y como les llaman tontos, amenazan. Tristeza. Valores. ¿Dónde están?
Puñetera casualidad que también un 25 de abril pero de hace 10 años, y aquí viene lo malo, el barcelonismo perdió a un entrenador como Tito Vilanova que estaba preparado para conducir al Barça a lo más alto. A Tito lo conocí mejor cuando me visitó un día en mi casa. Y me contó el peor momento de la enfermedad que acabó con él. La verdad que fue duro escuchar su relato, pero no quiero volver a ese doloroso momento. Solo me sirve para ver que el barcelonismo es eso. Los cruyffistas y guardiolistas y los otros.