En las novelas de ciencia ficción es muy habitual abrir posibles alternativas para crear universos paralelos. Básicamente se parte de una situación anómala para desarrollar una estructura que suele desembocar, en la mayoría de los casos, en un mundo mucho peor.
Si nos permite el lector, desde este modesto rincón, vamos a intentar especular cuáles serían los posibles escenarios que se abrirían si el día 12 de marzo el Nápoles gana en Montjuïc y elimina al Barcelona de la Champions.
El primero, y más evidente, sería señalar al banquillo. Con Xavi Hernández ya con las maletas preparadas a partir del 1 de julio, su cabeza se pondría en el altar del sacrificio en busca de su inmolación definitiva. A nadie se le escapa que una eliminación en octavos dejaría al técnico sin argumentos para continuar y con muy pocos defensores dentro del club, quizás ya ni Joan Laporta. Es cierto que el nombre que ha sonado como técnico interino para relevarlo hasta final de temporada, Rafa Márquez, tampoco cuenta con el consenso general ni levanta excesivas pasiones.
Con la cabeza del técnico expuesta bajo palio, el siguiente objetivo serían los jugadores. El ensañamiento contra algunos de ellos sería encarnizado, abriéndose la puerta de par en par para una salida este verano. Ni tan siquiera los jugadores con más peso específico en el grupo tendrían su puesto asegurado. Se abriría una caza irracional en busca de los culpables, con consecuencias imprevisibles a todos los niveles.
Tampoco Joan Laporta se salvaría del tsunami de críticas que provocaría una eliminación prematura en la Champions. Desde hace tiempo el entorno está moviéndose para crear ciertos escenarios de opinión y reflexión, que seguramente se multiplicarían con una victoria del Nápoles, con la moción de censura como último recurso.
Y ya no digamos las consecuencias económicas de una eliminación en octavos. El presupuesto se desencajaría de tal manera que podría acabar la temporada en números negativos, con las evidentes secuelas que eso implicaría, desde la imposibilidad de cuadrar el fair play como el poder hacer frente a las renovaciones pendientes y ya no digamos fichajes.
Asimismo, el equipo quedaría fuera del nuevo formato del Mundial de Clubs en detrimento del Atlético de Madrid de Simeone, con el consecuente deterioro de prestigio por parte del club.
Muchos dirán, y sin faltarles parte de razón, que estamos planteando un escenario apocalíptico y catastrofista, pero lo cierto es que los últimos acontecimientos están dejando un panorama que nadie imaginaba hace dos semanas. Las alarmantes lesiones de Pedri y Frenkie, junto a la reacción del Nápoles desde la llegada de Francesco Calzona -dos triunfos consecutivos en el Calcio: Sassuolo (1-6) y Juventus (2-1)- y la evidente ausencia de magia en Montjuïc, convierten este partido en una auténtica trampa mortal, donde el 1-1 de la ida parece del todo insuficiente.
Esperemos que al final sólo estemos planteando un universo alternativo que nunca se acabó dando y que acabemos disfrutando del equipo pasando a cuartos de la Champions, aunque sea de penalti y en el último segundo. Por el bien y la salud de todo el barcelonismo.