"Que vengan los clubs ingleses o no, me la repampinfla". Joan Laporta dixit a RAC1 sobre la Superliga. Me imagino a los máximos dirigentes de la Premier, los inventores del fútbol, intentando averiguar a través de Guardiola o Arteta o cualquiera de los españoles protagonistas en la Liga inglesa el significado de la palabrita de marras. Pero los que conocen a Laporta, que ya lo deben reconocer en todas partes como un presidente feliz, que baila, canta y bebe lo que le echen, son conscientes que al mandatario del Barça se la "repampinfla" despedir sin ningún reparo a Leo Messi, el mejor jugador de todos los tiempos del barcelonismo, echar a Ronald Koeman, el futbolista que dio el primer gran título europeo al Barça, y que Xavi presente una dimisión en diferido.
Todo se la "repampinfla" a Laporta. Incluso que Jordi Cruyff, el hijo del que dice haber sido su mejor amigo y asesor, abandone el cargo sin dar explicaciones y que los mejores ejecutivos marchen por la puerta de atrás. Todo le da igual a Joan Laporta. Qué más da. Actúa con la libertad de sentirse aprobado eternamente por los socios del club. Da la sensación que siempre estuviera actuando para su beneficio, pero, al mismo tiempo, proclamara que solo busca lo mejor para la salud moral y económica de los socios del club. Y en sus noches inspiradas debe sentirse satisfecho de que absolutamente nadie, en esta sociedad barcelonista, rebata o discuta sus procedimientos.
Aplica la ley de la confidencialidad cuando firma un contrato con Spotify, contrata una empresa turca para la remodelación del Camp Nou, despotrica de Nike, empresa con la que este club firmó uno de los contratos más importantes que han sostenido al Barça desde 1998, vende Barça TV, abraza todas las palancas que puede y despide a empleados fieles a la filosofía del club sin padecer una protesta. Pero todo es por el bien del club. Los tiempos han cambiado para todos, menos para Joan Laporta. Una vez, cuando era editor jefe de deportes de La Vanguardia, y también admiraba la valentía y la gestión del presidente, escribí un texto en el que llamé a Laporta "Juan sin miedo", como el corrido mexicano. Era aquella época en la que entonces sí, no solo a él, sino a la mayoría de barcelonistas se la "repampinflaba" todo. Era el Barça "triomfant", cautivador, "echao pa’lante" que dicen en mi tierra. Entonces el presidente y sus hombres eran el "re", el "pam", el "pin", y la "flaba" de todo. Los tiempos han cambiado para todos, menos para Joan Laporta. Hoy en día, él es el amo y señor del Barça.