Esta expresión, cuyo significado real posiblemente muchos lectores desconozcan, se acuñó a finales del siglo XIX en Chicago, en los albores del nacimiento de la música ragtime, cuando un incidente aislado acabó con un joven pianista de 24 años tiroteado mientras estaba tocando. La leyenda sobre el asesinado fue creciendo de tal forma que acabó siendo un icono respecto a la gente que acaba siendo víctima de forma injusta e inmerecida.

Aquí en Can Barça nos hemos hartado de disparar al pianista, a veces incluso de forma indiscriminada y sin ton ni son, cuando no nos empieza a gustar la melodía que oímos. Todos los que han pasado por este club han recibido sus buenas ráfagas, algunas mortales y otras de pura pirotecnia, pero lo que está claro que no se ha salvado nadie de recibir el temible disparo.

Ahora mismo es Xavi Hernández quien está a punto de ser fusilado en el paredón. Ya hacía tiempo que el entorno le estaba buscando las cosquillas, con el principal argumento de su falta de experiencia y de rodearse de un staff de amigos, y la humillante derrota de la final de la Supercopa ha sido miel de hojuelas para los insidiosos en su plan de ajusticiamiento.

Es verdad que Xavi es en parte responsable de la preocupante situación que se encuentra el equipo. Sobre todo porque la progresión se ha estancado esta temporada, gripando el motor en más de un partido y dejando sensaciones más que preocupantes, tanto por falta de liderazgo en el campo como ausencia de autocrítica fuera del terreno de juego. Xavi no ha sabido o no ha podido evitar que el equipo caiga en una involución de juego peligrosísima, donde ahora mismo parece más una desconstrucción de Ferran Adriá que una construcción de Santiago Calatrava.

Pero 'disparar' solo a Xavi es tan injusto como arbitrario: Xavi no tiene la culpa de que el club esté arruinado, tampoco del escaso margen que hay para incorporar a jugadores, aún menos de renunciar a las primeras opciones para consolarse con las cuartas o quintas --el caso de la búsqueda de un pivote defensivo tras el adiós de Sergio Busquets es simplemente un despropósito--, Xavi no puede evitar tener un presidente intervencionista, hasta tal punto que ha llegado a modificar convocatorias, tampoco que el dirigente tenga consejeros áulicos que nunca han creído en su proyecto, y tampoco que haya tantos lesionados en la enfermería y aún menos que el club esté en plena guerra fría por culpa de los ismos...

Ahora mismo apuntar a Xavi es apuntar a Laporta. El técnico es el último muro para llegar al presidente. De ahí la resiliencia del máximo dirigente a buscar un relevo en el banquillo, por mucho que alguno le esté comiendo la oreja día sí y día también. Y es que el técnico cuenta detractores en todos los frentes, tanto dentro como fuera del club, separados la mayoría por ideologías muy dispares, pero a los que le une las ganas de ver morder el polvo al de Terrassa.

Al 'pianista' Xavi sólo le queda seguir tocando su pieza, moviendo los dedos con presteza y tocando las teclas precisas, intentando no desafinar ni desmerecer su empeño. Pero cada día hay más pistolas apuntando, la mayoría cargadas, esperando un error fatal que le lleve a la 'tumba'. El domingo se quedó sin la cola del piano, componiendo ya prácticamente a pecho descubierto. Un nuevo tropiezo seguramente la dejará sin asiento y otro más podría dejarle 'malherido'. Una lástima porque hasta Wolfang Amadeus Mozart llegó a componer piezas mediocres en su amplísimo repertorio, pero el genial músico austríaco contaba solo con un Salieri, mientras que Xavi tiene uno en cada esquina.