El FC Barcelona es un club con muchas aristas. Un club casi indescifrable con Joan Laporta como presidente. La gestión deportiva es mayoritariamente aprobada --incluso con nota-- por la masa social, pero muchas más dudas ofrece la presunta recuperación económica de la entidad. El Barça, como mínimo y según palabras de su vicepresidente deportivo, Eduard Romeu, tiene una deuda de 1.200 millones de euros. La celebración de la próxima asamblea de compromisarios, además, constata que Laporta ya no se encuentra tan cómodo a la hora de justificar su obra de Gobierno.

Argumenta Laporta que la asamblea de este año será telemática y no presencial por motivos económicos. El alquiler del Palau de Congressos hubiera costado, según el club, unos 300.000 euros, una cifra insignificante en comparación con algunas comisiones exageradas y poco éticas que se han pagado en los últimos meses.

Laporta presentará los números de la pasada temporada. El ejercicio se saldó con un beneficio de 304 millones de euros gracias a las famosas palancas. Es decir, a la venta del 15% de los derechos de televisión de la Liga durante 25 años y del 49% de Barça Studios.

Los números verdes hubieran sido rojos sin las palancas. Las pérdidas hubieran superado los 300 millones de euros, una cifra exagerada para un club que no supo renovarse tras tocar la gloria. No supo digerir tanto éxito y acabó devorado por las altas exigencias de unos futbolistas tan buenos como egocéntricos.

Laporta aseguró que tenía la fórmula para solucionar los malos económicos del Barça, pero su receta no ha sido original ni atractiva. Simplemente ha vendido patrimonio y el socio parece haberle tomado la matrícula. Por eso no le interesa una asamblea presencial, con la posibilidad de que los socios pregunten y repliquen algunas respuestas del máximo dirigente.

El presidente del Barça también prometió transparencia. Aseguró que informaría de todas las comisiones que pagara el club, pero nada se sabe todavía de las primas que se abonaron en el acuerdo de Spotify y en algunos fichajes sonados. Como el de Robert Lewandowski, representado por un amigo y antiguo socio de Laporta: Pini Zahavi.

Algunas cifras asustan. Por ejemplo, las del Espai Barça. De momento el Camp Nou es una ruina, pero Laporta confía en que sea la clave de la recuperación económica del club. Su elevado coste, 960 millones sin intereses, también puede ser la quiebra de una entidad que vive al límite y con muchas contradicciones: recorta salarios a los deportistas y trabajadores mientras aumenta la partida destinada a los altos ejecutivos. Cosas de Laporta, un presidente tan controvertido como valiente.