Todo lo que rodea a Joan Laporta se desmarca de lo convencional. Su forma de presidir y gestionar el club es un vaivén de decisiones, subterfugios y arrebatos, que suelen acabar en dimisiones -el promedio es más o menos de un ejecutivo por mes-, operaciones frustradas -el retorno fallido de Leo Messi sigue siendo un envoltorio difícil de asimilar- o directamente en saco roto, como las famosas palancas, que siguen dando continuos quebraderos de cabezas.

Pero entre tanto caos y despropósito, hay que reconocer que Laporta se mueve como pez en el agua en las situaciones límites, cuando el agua está a punto de rebasar el cuello. Es entonces cuando aparece el presidente visionario, capaz de dar un golpe de timón en el último segundo y evitar el iceberg de turno.

Ejemplos hay miles, pero dos de los más sonados en los últimos 24 meses de gestión de Laporta han sido su forma de conseguir los avales -con cánticos a las tres de la madrugada en un despacho de abogados- o el fichaje del holandés Luuk de Jong, cuando sólo faltaban unos minutos para cerrar el mercado, y con la imagen de Mateu Alemany resoplando.

Este verano nos dirigimos, como un ‘kamikaze’ descontrolado, directos a otro momento límite, de esos que ponen a prueba el sistema cardiovascular de más de uno. Y es que faltan menos de 48 horas para finalizar el mercado y el Barcelona mantiene un sinfín de carpetas abiertas, tanto de entradas como de salidas. Todo apunta que habrá dos que tendrán en vilo al barcelonismo hasta el último segundo. Estamos hablando de la salida de Ansu Fati y la llegada de Joao Cancelo. De hecho, las dos van tan asociadas que si no se ejecuta la primera no se podrá cerrar la segunda.

Ahora mismo, ni Nostradamus sería capaz de adivinar qué pasara, pero conociendo la capacidad de maniobra de Laporta en las últimas curvas, todo apunta que se acabarán cerrando. Si lo consigue, habrá que reconocer que el presidente tiene una capacidad de resiliencia que ríete tú de Rubiales y una inteligencia estratégica que ya hubiera querido para sí Napoleón en Waterloo.

Lo peor para todos es que si Laporta vuelve a salir airoso este verano, en invierno volveremos a tener suspense y tensión asegurada hasta el último minuto, en este caso a costa de Vitor Roque, un jugador fichado para el verano del 2024, pero con una cláusula adicional que le permitiría adelantar su fichaje en invierno, en caso de que el club azulgrana lo solicite. Pero evidentemente, para conseguir hacer efectiva esta cláusula, el club tendría que volver a liberar masa salarial para permitir el encaje en el ‘fair play’. Hablando en plata, si Roque viene se ha de producir alguna salida. Un ‘spoiler’ de manual.