Pese a las no pretensiones oficiales de Arabia Saudí para acoger uno de los próximos mundiales, es evidente que la estrategia es meridianamente clara: Bin Salman estuvo en el palco del Mundial de Qatar porque quiere ser un fiel candidato. Posteriormente lo desmintió, aunque sus acciones dicen más que sus palabras.

Es evidente que un país como este persigue los mismos objetivos de posicionamiento que la península qatarí y, viendo que le ha salido bien la jugada a su vecino, no nos puede extrañar para nada que quieran copiar el experimento.

Pero a partir de ahí, dejadme hacer algunas observaciones mirando para el lado de los nuestros. Estoy totalmente alucinando con la cantidad de personas, perfiles de alto rango, que se están ofreciendo y promocionando para que este país árabe se fije en ellos y los fiche. Lo he dicho muchas veces y no me canso de repetirlo: los árabes no son tontos y pagan bien, pero no a todo el mundo.

Aunque no es menos cierto que, ahora mismo, este país es el que quiere depositar más dinero en el mundo del fútbol sea como sea. Mientras los Emiratos Árabes Unidos se lo piensan dos veces o en Qatar ya se ha vendido todo lo que se tenía que vender, queda Arabia Saudí para explorar.

Pero los que persiguen el dinero del petróleo, insisto, gente muy reputada que se está vendiendo perdiendo incluso la dignidad, lo hacen porque saben que esto es flor de un día. Bin Salman no pretende crear un proyecto a largo plazo con el mundo del balón. Forma parte más de un capricho a tres o máximo cinco años vista, que de una estrategia muy meditada. Por todo ello, la gente que está conectada sabe que si quiere rascar algo con Arabia Saudí es ahora o nunca.

Otra cosa son los proyectos de envergadura más profesional, y con los que Bin Salman confía. Un ejemplo claro es el turismo, y lo vemos con la promoción que da de ello Messi a través de las redes. Un buen amigo y guía turista palestino me ha dicho que en Arabia Saudí hay un tesoro arquitectónico como el de Petra. Y que, por eso mismo, Bin Salman apuesta por abrir el país, solo por este lado, porque aquí ve cualidades únicas que no debe buscar fuera… Al contrario de lo que sí hace con la pelota. E incluso apuesta más por proyectos innovadores ligados al fútbol, pero con algunas variantes en las normas con las que espera atraer a un público curioso.

Pero del fútbol, lo que es el fútbol propiamente, poca cosa: iluminarnos a golpe de talonario en poco tiempo, comprar lo imposible y, después, dejar todo ello estéril. Por eso los que quieren sacar tajada piensan: “Tonto el último”.