Se acabó. Dicho y hecho. Dembelé se marcha al PSG, el club que provocó que el Barça pagase 145 millones por él y que ha defraudado en el Camp Nou. Pero ahora que tenía que ser uno de los referentes del equipo, ahora que está en forma y después de la paciencia que han tenido con él entrenadores y aficionados, dice que se va. Que au revoir.

Dembelé llegó al Barça en aquel verano del culebrón Neymar, el del ‘se queda’ de Piqué cuando el ahora presidente de la Kings League sabía que su entonces compañero se iba sí o sí al PSG, que días después pagó la cláusula del jugador: 222 millones al contado. Ney dejó dinero en las arcas, sí, pero eso lo supo todo el mundo, incluido el Borussia Dortmund, que aprovechando esta circunstancia y las urgencias barcelonistas por encontrarle un sustituto al brasileño le sacó al Barcelona todo lo que pudo por Dembouz, una joven promesa de apenas 20 años. Una tomadura de pelo.

Como azulgrana, Dembelé ha disputado 185 partidos oficiales, ha anotado 40 goles y ha dado 42 asistencias. Es un jugador desequilibrante. Mucho. Muy veloz. Pero demasiado intermitente. Y, aparte de las lesiones (que no han sido pocas), se le ha permitido y perdonado todo, incluida su vida poco ordenada y las veces que se ha quedado dormido y ha llegado tarde a entrenarse. Se le ha tenido entre algodones durante demasiado tiempo. Pero resulta que, ahora que parece que, por fin, va en la buena dirección, que tiene la confianza propia, de Xavi y de la afición y cuando empieza a rendir como se espera… se marcha a casa. Dembouz no tiene vergüenza.