El Barça es un club polideportivo y, durante muchos años, los éxitos de las secciones maquillaban los fracasos del equipo de fútbol. Quien mejor entendió el poder del Palau fue el expresidente Núñez, que alivió algunas decepciones con los títulos del baloncesto y del balonmano. El actual presidente, Joan Laporta, ha tenido más problemas que alegrías con las secciones, tal vez porque es muy futbolero y menosprecia otros deportes.

La afición del Palau es distinta a la del Camp Nou. Normal. En el pabellón polideportivo apenas caben 7.500 personas, menos del 10% de la capacidad del estadio. También diferente es la ambientación del Palau, una olla a presión gracias a su cúpula, con focos de animación totalmente entregados al baloncesto y el fútbol sala, mayoritariamente.

Laporta, con sus logros y sus carencias, cuenta con el apoyo mayoritario de los socios que acuden al Camp Nou. En el Palau, en cambio, tiene mucha más oposición. Como mínimo, ya ha vivido tres crisis importantes.

La primera crisis se desató con el nombramiento de Valero Rivera como máximo responsable de las secciones en 2004. Pesic, el técnico que ganó la primera Copa de Europa, montó en cólera y fue despedido. Aquella movida también constató las tensiones internas de la junta que lideraba Laporta, con Bartomeu, entonces vicepresidente, muy molesto con la apuesta de Laporta.

Laporta también fue objeto de pitos e insultos con Dusko Ivanovic como entrenador. Aquel cisma se solucionó con el nombramiento de Joan Creus y su apuesta por Xavi Pascual.

Ya en la segunda etapa como presidente del Barça, Laporta nunca tuvo buena sintonía con los equipos del Palau. Sonados y polémicos fueron los despidos de Xavi Pascual (el del balonmano) y David Barrufet.

Más incómodo se encontraba Laporta con la sección de baloncesto. Tanto Jasikevicius como Mirotic, el entrenador y la gran estrella, fueron fichados por Bartomeu. Y el actual presidente quiso recortar el salario del ala-pívot en dos ocasiones, frenando Ferran Reverter el despido de Nikola hace dos años.

Esta semana estalló la gran crisis, al conocerse que el Barça había comunicado a Mirotic que rescindiría su contrato porque gana mucho. Laporta no quiso negociar un nuevo convenio con el jugador, quien el jueves lamentó la actitud del presidente y expresó su total agradecimiento a la afición del Barça.

Una afición que el viernes, contra el Real Madrid, le aplaudió de principio a fin, porque Mirotic es uno de los suyos. El problema es que Laporta nunca ha entendido cómo funcionan las secciones ni su papel en el Barça. Una pena.