Con el cierre de la última vaca sagrada que quedaba por facturar, Jordi Alba, se da carpetazo definitivo al último gran dream team que ha tenido el FC Barcelona. Y con él, también se va el último jugador que estuvo presente en Berlín para la conquista de la quinta Champions en el 2015. Prácticamente una década después, ahora sí, empieza una nueva era. De algún modo, esta llegó inevitablemente con el adiós de Leo Messi al PSG en el verano del 2021, pero de facto termina ahora.

Es bueno repasar las vacas sagradas que se han ido recortando contratos millonarios presionados por la edad, las demandas del club, las exigencias del propio entrenador o, directamente, otras ofertas más atractivas que los han hecho replantear su final.

En este repaso es bueno reiterar una afirmación que nunca se dice, se miente o se explica a medias tintas: ningún jugador, absolutamente ninguno excepto Carles Puyol, se ha marchado perdonando el contrato pendiente que quedaba para ejecutarse. Y no lo critico porque si estuviera en la piel de todos ellos quizás haría lo mismo. Lo que me parece intolerable es que encima lo disfracemos de falso barcelonismo, amor al club y los colores y tapemos la auténtica verdad. Y en este inventario tenemos a Andrés Iniesta, Gerard Piqué, Sergio Busquets, Jordi Alba y el mismo Xavi antes de convertirse en entrenador.

Cada uno de ellos se ha llevado unos tres millones de euros adicionales, no perdonan ni un euro. Insisto: yo también haría igual. Pero para los aficionados y las cuentas del club es bueno tener en cuenta estos gastos que, mínimos, no son.

Tan solo contando a los citados anteriormente ya suman 12 millones de euros más los aplazamientos que ya se dieron durante la covid y el desastre económico de la junta de Josep Maria Bartomeu que siguen arrastrándose. En este apartado debemos añadir el súper contrato de Leo Messi que ha sido imposible pagarle al contado cuando ha tocado.

Para terminar el puzle, debo subrayar algunas contradicciones que ha tenido Xavi en todo este caso, con los protagonistas colaterales como son Busquets y Alba. Aunque es lógico y comprensible que delante de la prensa y la opinión pública el de Terrassa de una versión oficial que le convenga para su estrategia, no entiendo cómo admite que estos dos se marchan porque quiere, pero a la vez, asegura que un entrenador debe tomar decisiones importantes para el equipo. Entonces, el empuje final para que la temporada que viene no estén, ¿quién lo ha dado? Quizás con la respuesta podamos entender lo que se les pagará de más o de menos por decir adiós.