El Barça ya no da más. Le están sobrando las últimas jornadas del campeonato, como si sintiera no el esfuerzo y el trabajo de 36 jornadas, sino que está pagando la factura de tres años sin ganar este título. El entrenador aspiraba a igualar la Liga de los 100 puntos que consiguió el club azulgrana bajo la dirección del fallecido Tito Vilanova, pero no.
Da la sensación que los jugadores quieren vacaciones ya, o a algunos de ellos les está pesando la incertidumbre de no saber si continuarán en el equipo o serán traspasados. Porque no se entiende una penosa derrota por 3-1 ante el Valladolid, que acumulaba cinco derrotas consecutivas y que no vencía al Barça desde el 2014.
Tiene un gran mérito haber vencido el título faltando cuatro jornadas y con el vestuario viviendo un día sí y otro también rumores sobre su futuro. Con un entorno más pendiente de si viene Messi y con un estadio que ha cantado el nombre del argentino cuando había unos cuantos jugadores que merecían ser tan ovacionados como la leyenda argentina.
Como por ejemplo Ter Stegen, al que Xavi Hernández sustituyó ayer en la media parte del nefasto partido contra el Valladolid para que conserve el premio de portero menos goleado del campeonato. Aunque el fútbol es un deporte de equipo, el guardameta alemán puede considerarse gran artífice del éxito conquistado por el Barça. Mantener la portería a cero durante 25 encuentros no es muy común en un equipo que se había distinguido siempre por su capacidad goleadora y no por su eficacia defensiva.
El Barça logró la Liga del 2013 con 115 goles a favor y 40 en contra, la del 2015 con 112-21, la del 2016 con 112-29, la del 2018 con 99-29 y la del 2019 con un balance de 90-36. Esta temporada iba camino de récord defensivo en Europa. En la jornada 33 solo había recibido 11 goles, pero lo que demuestra y comprueba el pasotismo del campeón es que en las últimas tres jornadas ha recibido siete tantos para sumar dos derrotas consecutivas. Nada normal en un Barça que siempre aspiró a más.