La consecución del título de Liga se ha de celebrar por todo lo alto. Nunca un equipo había tenido que luchar contra tantas adversidades y adversarios, tanto deportivos como extradeportivos. Inmersos en una crisis institucional y económica sin precedentes, Xavi Hernández ha conseguido aislar a sus futbolistas y hacerlos campeones por partida doble: primero en la Supercopa de España, venciendo en la final al Real Madrid, y segundo en la Liga, con un título conquistado gracias a una regularidad aplastante.
Pero todavía queda mucho trabajo por hacer en los despachos para que este Barcelona acabe de dar un paso adelante en todos los sentidos. Xavi tiene el enorme mérito de haber construido un equipo campeón en poco más de un año y medio. Insistimos a la hora de hablar de equipo: el once que presentó en el derbi es el de las grandes ocasiones, con la salvedad de Dembélé por Raphinha. Y así lo ha venido demostrando a lo largo del curso, ya que este once ha ganado todos los partidos que ha jugado. Sólo media docena porque las lesiones y las sanciones han dejado maniatado a Xavi en más de una ocasión, y en momentos tan trascendentales como la fase de la liguilla de Champions, la eliminatoria ante el United en la Europa League y la vuelta de las semifinales de Copa contra el Real Madrid.
La situación ha llegado a ser tan extraña e inusual que Xavi aún no ha podido alinear su once de gala en la Liga. Estamos hablando de Ter Stegen bajo los palos; Koundé, Araújo, Christensen y Balde, en defensa; con un mediocampo formado por Busquets, Pedri y Frenkie, y un tridente atacante con Dembélé, Lewandowski y Gavi. Pues buen, este equipo sólo ha podido alinearlo en dos ocasiones en esta temporada: en la final de la Supercopa de España contra el Real Madrid (3-1) y en los cuartos de Copa ante la Real Sociedad (1-0). Ninguno más.
Y este ha sido el gran problema del Barcelona de Xavi esta temporada: la falta de fondo de armario. Los hombres que reemplazaban a los lesionados titulares eran muy inferiores en calidad y talento, por lo que el equipo lo ha acabado pagando en los partidos de máxima exigencia. Franck Kessié, Ferran Torres, Ansu Fati, Eric Garcia, Marcos Alonso, Jordi Alba o Sergi Roberto han demostrado carencias evidentes a la hora de dar un paso adelante.
Este verano se presenta como clave para el futuro del club: ha de gestionar con criterio y sentido común las altas y las bajas, con la espada de Damócles del fair play acechando y el máximo responsable, Mateu Alemany, con un pie y medio en Londres. La prioridad es reforzar la plantilla con jugadores que aumenten el nivel, no necesariamente titulares, sino que puedan relevar a los titulares con todas las garantías. Ahí es donde aparecen nombres como Gundogan, Aubameyang, Iñigo Martínez, Carrasco e incluso Amrabat. Jugadores que vienen para hacer crecer más la plantilla que el equipo. Aunque hay dos nombres que harían saltar la banca en todos los sentidos: Leo Messi y Martín Zubimendi. El primero sería un regalo para el fútbol, el segundo una necesidad.