No son fijaciones u obsesiones mías, pero sí me alegro de reiterar las cosas si las digo antes de que sucedan y, a toro pasado, se confirman pese a las críticas y los insultos recibidos. Ferran Torres se va del Mundial de Qatar sin haber sido capaz de liderar el fuerte papel que Luis Enrique le dio en el ataque. El valenciano pagará muy caro, con el relevo del asturiano al mando, la condición de favorito que tenía.
Los fans acérrimos intentaron tapar sus graves carencias con el partido que hizo ante una mísera Costa Rica. Me atrevería a decir, el peor equipo del Mundial. Pero a partir de aquí, nada de nada. Ferran Torres vuelve a Barcelona por la puerta de atrás y, si ya estaba cuestionado, ahora todavía más. El futuro yerno, si esto también no se tuerce, se queda sin su gran protector dentro y fuera de casa.
Luis Enrique llegó a decir de él que era la futura estrella de la Roja… Más bien estrellado. Esto, lamentablemente, es lo único que recrimino a Luis Enrique: sus cabezonerías sin razonamiento. Pero él mismo, con sus defectos y virtudes, reconoció que se equivocó en el planteamiento que le dio a la Roja desde el inicio de la competición, con independencia de la derrota ante Marruecos.
Incluso en su última rueda de prensa como seleccionador, admitió que tendría que haber dado más minutos a Pablo Sarabia. Pero ha llegado tarde. ¿La otra cara de la moneda de este error? Desde la Meseta se han juntado para cargarse a un entrenador diferente, anárquico, con personalidad y con un plus de imagen y márketing que hacían única a esta selección.
En este aspecto sí debemos admitir que se ha sido muy injusto con Luis Enrique, pero a él le da igual porque está de vuelta con la vida. Los que lo conocemos, desde el punto de vista de los medios, sabemos que puede llegar a ser inmensamente insoportable e, incluso, mal educado en ciertos modos. Pero no deja indiferente a nadie, y tampoco se le puede sacar el mérito de ser uno de los grandes dentro del panorama actual de entrenadores españoles que tenemos. ¡Buena suerte, Lucho!