Otra vez esas seis letras que nadie quiere pronunciar juntas. Otra vez esas seis letras impactan de lleno en la familia azulgrana. Son demasiados golpes en muy poco tiempo. Tito Vilanova, Johan Cruyff, Eric Abidal, una hija de Luis Enrique y, ahora, la primogénita de Óscar García. Es posible que me deje alguno. Pero es imposible nombrar a tantas víctimas de esta terrible enfermedad –casi todas anónimas–, una de las principales causas de muerte en el mundo. Qué cruel y, sobre todo, qué injusto es que se lleve a niños y jóvenes cuando apenas empiezan a vivir. Pero la vida sigue.

Óscar se ha despedido de su hija con un emotivo mensaje en Instagram. No dice nada, pero lo dice todo: “¡Vuela alto, amor mío!”. Todos entendimos lo que había ocurrido. Eso, a pesar de que los medios, como en el caso de Luis Enrique, habían respetado la privacidad de la familia y habían silenciado los informes médicos. Ni siquiera cuando el técnico tuvo que ausentarse de su puesto para cuidar de ella se ha hizo referencia alguna a la enfermedad. Se suponía que si dejaba el banquillo de forma temporal (en 2019 y en 2022) era por un asunto de extrema gravedad, pero no se comunicaba nada más.

De los medios se pueden decir muchas cosas malas, seguro, pero también las que hacen bien. En este caso, ni siquiera han dado el nombre de la chica, respetando así la privacidad de la familia. Óscar nunca ha expuesto a su mujer ni a sus hijas.

Asimismo, hay que destacar la reacción de los aficionados, que han arropado al técnico desde el primer minuto. Muchos de ellos lo recuerdan de su etapa como jugador del Barça y del Espanyol, entre otros, y hay quienes lo aprecian por su trabajo en los banquillos. Sea como fuere, en un mundo tan crispado esta desgracia demuestra que todavía queda algo de humanidad. Descanse en paz.