Ronald Koeman está sacando petróleo de una plantilla corta y joven. Una plantilla que tiene las piernas de cristal, pero que aguanta como puede, pese a ser exprimida por un calendario bestial. Seis victorias seguidas en la Liga, y a dos partidos de la final de Copa, confirman la buena dirección del técnico holandés, al que no parece hacerle falta eso que Gerard Piqué llama “jerarquías”.
Koeman sigue un camino marcado sencillamente por su intuición y el convencimiento de que lo que está haciendo es lo mejor. Desoye un entorno perverso, brinda oportunidades a jugadores en los que solo él parece creer, los mima y los abraza, intenta dosificarlos, y no hay partido en el que no sorprenda con una alineación diferente. Sienta a Messi, también a De Jong o a Dembelé.
Leo Messi con Ronald Koeman a punto de saltar al terreno de juego como suplente ante el Real Betis / FCB
Tampoco parece que necesite a un presidente pegado a su lado. Seguramente a Koeman le ha dado mayor tranquilidad trabajar pensando que no tiene un sustituto llamando a su puerta. Primero fue Toni Freixa quien dijo que confiaba en el técnico holandés en caso de ganar las elecciones. Y el fin de semana pasado Joan Laporta manifestó también su apoyo a Koeman. Es lo mejor que pueden hacer los candidatos a la presidencia con el actual equipo. Conviene proteger y respaldar al técnico y a los jugadores por el bien de todo el barcelonismo.
Este Barça de Koeman está demostrando en los últimos meses carácter y mucha fe, dos cualidades que no tuvo en Roma ni tampoco en Liverpool y mucho menos en Lisboa, con un equipo mejor, sin lesionados importantes, y más experto que el actual.