Resulta inadmisible y también incomprensible la mala leche derramada por algunos críticos (¿?) acusando a Ronald Koeman de despreciar a Riqui Puig, y, sobre todo, el tratar de convertir una alegría del técnico por el gol del jugador en Elx en un desaliento.
No creo que haya entrenador de un gran equipo de fútbol que prescinda por capricho de la aportación de un jugador de mucha calidad. Y estoy totalmente convencido que Koeman es un entrenador que apoya la cantera porque no en vano proviene de una Holanda millonaria en la producción de jóvenes futbolistas. Las listas de convocados del técnico holandés están bien nutridas de chicos del Barça B. Es una prueba.
Riqui Puig es un jugador de gran talento y que seguramente acabará triunfando en el Barça. La recomendación pública de Koeman, de que a Riqui le convenía ir a otro equipo para tener más minutos y poder crecer más rápido, ha sido malentendida y es aprovechada de forma retorcida por los fans de Riqui, cuando la pretensión del técnico era otra.
Muy valiente, Riqui aceptó el desafío de quedarse a sabiendas que iba a tener menos minutos en el Barça. Y, poco a poco, se está ganando la confianza del técnico. Y estoy convencido que no se la gana gratuitamente. Seguramente en los entrenamientos, donde los jugadores convencen a su preparador, es mejor que otros con más experiencia que él.
Si Koeman no creyera en Riqui Puig no lo llevaría convocado. Lo dejaría en casa. Si algún malpensado está convencido que lo lleva para acallar voces está equivocado. Y si le da minutos es porque está seguro de su buena aportación al equipo. Con Riqui hay que ir paso a paso, especialmente porque el equipo no está cómo para darle el mando a un chico en formación. Cualquier otra forma de ver la actuación de Koeman está muy alejada de la sonrisa que desprende Riqui con los minutos que tiene. Pero los fans de Riqui, los “Riquis”, solo desprenden en sus críticas una amargura propia de los que padecen infelicidad.