España no es suficiente. No, al menos, para el Barça. La octava Liga en los últimos 11 años y la posibilidad de encadenar cinco Copas del Rey no parece consolar a la aturdida afición azulgrana. La final de Sevilla molesta más que ilusiona al barcelonismo, incapaz de superar el trauma de Liverpool y desgarrándose en eternos debates sobre el modelo y su futuro.
Josep Maria Bartomeu, paciente y reservado, deberá tomar decisiones a corto plazo. Una victoria contra el Valencia apenas aliviaría la frustración barcelonista y una derrota podría tener un efecto devastador. Valverde está bajo sospecha. Su propuesta futbolística tal vez no seduzca, pero nadie puede acusarle de haber traicionado sus principios. Y muchos que hace poco aplaudían su gestión del vestuario, ahora piden su cabeza. Cosas del fútbol.
Valverde es, hoy, víctima de su pragmatismo, pero gane o pierda el Barça en Sevilla, Bartomeu debe ser coherente. El mercado no ofrece grandes opciones para relevar al técnico extremeño. El nombre de Koeman nos evoca a un pasado idealizado, pero el héroe de Wembley tiene un historial con muchas sombras como entrenador. A diferencia de otros años, cuesta vislumbrar un nuevo técnico para el Barça y en el Camp Nou muchos desconfían de la mirada de Pep Segura, el jefe del fútbol.
Llegados a este punto, la dirección deportiva deberá atinar con los fichajes y los traspasos, imprescindibles para afrontar una renovación aplazada durante muchos años por la jerarquía de Messi. Un verano más, el club deberá tomar decisiones impopulares y vender algunos activos. Asumida parece la marcha de Cillessen por una cantidad muy inferior a la ley del mercado.
También hay unanimidad en poner en el mercado a Malcom y Coutinho, a quien la inmensa mayoría traspasaría por mucha pasta. El problema es que el brasileño se ha devaluado y su fichaje no está, ni de lejos, amortizado. El asunto tiene muy mala pinta y puede tener efectos colaterales. Al tiempo.
El Barça necesita dinero y todavía colea el flirteo de Rakitic con el PSG, hace ya casi un año. Futbolista intocable para Valverde, el croata tiene muchas dudas, consciente de que Bartomeu no mejorará su ficha. En las últimas semanas, su futuro parece haberse enredado un poco más con su viaje a Sevilla y sus últimas declaraciones sobre Frenkie de Jong, de quien dijo que no juega en su misma demarcación y que no es un competidor directo suyo si continúa un año más en Barcelona.
Rakitic fue un gran acierto de Luis Enrique, que priorizó su fichaje al de Kroos. El rendimiento del internacional croata ha sido muy satisfactorio durante sus cinco años como futbolista del Barça, pero su edad (31) y la progresión de algunos canteranos (Aleñá, Riqui Puig) deberían ser motivos suficientes para abordar un posible traspaso si llega una buena oferta. En 2014 llegó por 22 millones y ahora podría ser vendido por el doble.
El matrimonio entre el Barça y Rakitic no debe tener un final traumático, si el club obtiene una buena recompensa económica y el futbolista mejora sus condiciones económicas. El Benito Villamarín, un estadio que nunca ha perdonado su pasado sevillista al croata, podría ser el mejor escenario para cerrar una etapa exitosa que será más reconocida dentro de unos años. Cuando amaine el chaparrón de Liverpool.