El Barça se ilusiona con ganar la Liga, la Copa y la Champions, y en la cúpula del club ya planifican la próxima temporada. El fichaje de Frenkie de Jong, estratégico, suscita un gran entusiasmo entre una afición que también pide a De Ligt, un lateral zurdo (posiblemente a coste cero) y un delantero de garantías. La inversión será importante, próxima a los 200 millones de euros, y comportará alguna venta sonada.
El club que preside Josep Maria Bartomeu, según una fuente muy próxima al máximo dirigente, no solo tiene que hacer caja en verano: necesita ingresar 80 millones de euros antes del 30 de junio para cuadrar las cuentas. Combinar la excelencia deportiva con el rigor económico no es fácil y mucho menos en el Barça, una entidad condicionada por su propia exigencia y por los logros del eterno rival.
En el Barça, ya se sabe, son habituales las discusiones entre la parcela económica y la deportiva. La prudencia de la primera contrasta con las necesidades/deseos de la segunda, y Bartomeu debe mediar entre ambas. El presidente sabe que la prudencia es la mejor virtud para encarar un proyecto tan ambicioso como el Espai Barça, pero también sabe que las victorias son el mejor bálsamo para prolongar su obra de gobierno.
En el tradicional debate entre el ebitda y Messi, el socio se queda con el astro argentino, pero Bartomeu es consciente de que solo un club estable garantiza la supervivencia del actual proyecto. No le queda más remedio al presidente que ser hábil e ingenioso, y no hay mejor estrategia que esconder las cartas en el mercado.
El Barça sigue siendo un club comprador, pero ya no malvende a sus futbolistas. Ingresar 50 millones por Yerry Mina y Digne, hace un año, fue un buen negocio. En los próximos meses, habrá novedades. Bartomeu, Pep Segura y Valverde deberán sacrificar a alguna pieza. Quien tiene más números para salir del Camp Nou es Cillessen, tasado en unos 40 millones de euros. André Gomes también puede aliviar los problemas económicos del Barça, pero la gran decisión se centrará en Ivan Rakitic. La venta del croata resolvería todos los problemas de tesorería y desesperaría a Valverde.
El futuro de Coutinho tampoco está claro. El problema es su amortización. El Barça solo puede contemplar su venta a cambio de 110 millones de euros, una cifra muy elevada que dificulta una operación exprés. El brasileño tiene buen cartel en Inglaterra, pero parece poco probable que el Manchester United y el Chelsea puedan costear su contratación. La otra opción es el PSG, que ya pagó 222 millones de euros por Neymar, cuyo rendimiento ha sido inferior al esperado en la capital francesa. Si el PSG tira otra vez de talonario, bienvenido de nuevo el dinero de Qatar.