El deporte es bueno para la salud y para la cultura. Enriquece el lenguaje con palabras nuevas, acepciones nunca antes contempladas y muchos sinónimos.
El fútbol es el balompié; el árbitro es el colegiado; la pelota, el esférico y el campo, el rectángulo de juego.
El chut es el tiro; el córner, el saque de esquina; el crack es el fenómeno y el defensa, el zaguero.
La defensa es la muralla; el delantero, un ariete; el entrenador se llama míster y el descanso es tiempo de refresco.
El equipo es la plantilla; la falta, una infracción; el órsay, fuera de juego y un tanto es un gol.
El pichichi es goleador; el linier, un asistente; el travesaño es el larguero y la liga un gran torneo.
Las redes son las mallas; la prórroga, período suplementario; la amonestación es la amarilla y la roja, la expulsión.
El poste es la madera; la puerta es el arco; el regate es la gambeta y el penalti, el castigo máximo.
El rival es el contrario; el público, la hinchada; el cambio es el relevo y el vestuario, la caseta.
El marcador es el tablero; y en el medio está el volante; el partido es la contienda y el portero, el cancerbero.
¿Y el Barça? El Barça no tiene sinónimos.