Los partidos de la Champions se han convertido en el mejor escaparate de los ultras del fútbol. Si hace dos semanas, dos aficionados del Barça exhibieron una bochornosa bandera con la inscripción "Flick Heil" en Mónaco, los seguidores del Young Boys encendieron unas 15 bengalas en el Olímpic Lluís Companys.

La afición del Barça pitó a los aficionados suizos. Muchos todavía están molestos con la bandera nazi del Stade Louis II que le ha costado una sanción económica al club y la prohibición de que sus seguidores puedan desplazarse a Belgrado para presenciar el próximo partido contra el Estrella Roja.

La postura de la UEFA

La UEFA condena cualquier expresión política o racista. También pide respeto a los aficionados, pero el fútbol necesita más que buenas palabras. Las sanciones deben ser mucho más duras para evitar el resurgir de los ultras, que en España parecía que estaban en horas bajas.

El pasado domingo, en el Metropolitano, los radicales del Atlético lanzaron mecheros y otros objetos a Thibaut Courtois. El partido fue suspendido durante 15 minutos. Luego todo volvió a la normalidad. No es de recibo, sin embargo, que el club rojiblanco no expulse a sus ultras como antes hicieron Barça, Real Madrid, Valencia y muchos otros clubs. En el fútbol no vale todo y jugar con fuego es muy peligroso en una sociedad tan convulsa.

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