Hansi Flick es un entrenador que suma. Positivo. Siempre ve el vaso medio lleno e intenta ser cercano con los futbolistas. Habituales son sus palmaditas o elogios. Quiere el máximo compromiso de sus jugadores, de quienes espera la mejor versión. Entre ellos, Ferran Torres.

Ferran Torres llegó al Barça hace casi tres años. El club pagó 55 millones de euros fijos y otros 10 en variables al Manchester City y el rendimiento del delantero nunca ha sido el esperado. Costó como una estrella, pero no rinde como tal. Es un jugador con mucho trabajo, pero con poco gol.

El problema de Ferran

Flick apostó por un equipo muy ofensivo contra el Young Boys. Colocó a Raphinha por el centro, para que conectara con Lewandowski, y Ferran Torres jugó por la banda izquierda. Es intenso y se sacrifica por el equipo, pero desborda poco.

El día que Lewandowski marcó dos goles y Raphinha uno, Ferran Torres perdió otra oportunidad de reivindicarse. Flick, posiblemente, le dará más oportunidades, pero ahora también deberá competir con Ansu Fati, otro futbolista que iba para crack y cuyo futuro es incierto.

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