Sarunas Jasikevicius no olvida con facilidad. El técnico lituano todavía mantiene mucho rencor hacia el Barça de basket por la forma en la que gestionaron su salida del equipo azulgrana en verano del año pasado, cuando la directiva de Joan Laporta decidió no renovar el contrato. Su desvinculación emocional con el club catalán parece total, especialmente por las numerosas declaraciones en las que ha expresado su descontento. 

La última de esas declaraciones deja en evidencia que el mal recuerdo del Barça sigue latente. En una rueda de prensa con el Fenerbahçe, equipo que está clasificado a la Final Four de la Euroliga, fue preguntado por el enfrentamiento que vivirá contra el Panathinaikos el próximo 24 de mayo. En este sentido, Jasikevicius señaló que "es una cosa loca pero así es la vida. Además del Zalgiris, mi amor es el Panathinaikos. Es realmente emocional".

Saras Jasikevicius protesta una decisión durante el Fenerbahce-Barça de basket EFE

Ni una sola mención al Barça de basket, donde vivió una importante etapa como jugador profesional (2000-2003 y 2012-13) y como técnico (2020-2023). Solo ha preferido expresar su amor hacia el Zalgiris Kaunas --ciudad de origen-- y el Panathinaikos, con quien ganó la Euroliga en 2009. "Voy a la Final Four a ganar el trofeo, pero después mis sentimientos hacia Panathinaikos no cambian. Mujer griega, mis hijos son griegos también, tantos veranos en Grecia...", manifestó el lituano.

La dolorosa salida del Barça

El verano pasado el Barça no renovó a Jasikevicius y rompió el contrato de Nikola Mirotic, ambos representados por Igor Crespo, reputado agente en el mundo del baloncesto. El club azulgrana necesitaba ajustar salarios debido a la delicada situación económica. La junta de Laporta que pasar la tijera y ambos fueron los objetivos ideales para alcanzar esa meta.

Esa ruptura tan abrupta en 2023 todavía ha dejado secuelas entre ambas partes. Sarunas Jasikevicius no olvida con facilidad el trato de los altos mandos del Barça de basket, aprovechando que la sección se encuentra en un momento de máxima dificultad por los irregulares resultados obtenidos con Roger Grimau, el técnico que asumió su lugar en el banquillo culé.

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