Tres años ya sin Maradona. El 25 de noviembre de 2000 falleció el D10S de los argentinos como consecuencia de un "edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada". El Diego tenía 60 años y toda Argentina lloró su muerte. También el mundo del fútbol.
Maradona fue idolatrado en Argentina y también en Nápoles, donde su legado es eterno. En Barcelona, en cambio, fue admirado y vilipendiado a partes iguales. Fue, posiblemente, el fichaje más sonado y mediático del expresidente Josep Lluís Núñez pero el idilio solo duró dos años y la ruptura fue dura.
Futbolista genial, Maradona sufrió horrores como persona. Su vida nunca fue fácil ni su relación con los dirigentes. Nació en Villa Fiorito, un suburbio muy pobre de Buenos Aires. Diego, con su habitual sentido del humor, aseguraba que creció "en un barrio privado: privado de agua y electricidad".
Boca Juniors y Nápoles
El fichaje de Maradona por el Barça fue muy complicado por la resistencia de las autoridades militares argentinas a que se fuera del país. El club azulgrana pagó unos seis millones de euros a Boca Juniors en 1982 y dos años después lo vendió al Nápoles por siete millones. Con el club azulgrana ganó una Copa del Rey y una Copa de la Liga.
El Diego transformó un equipo de segunda clase en campeón de la UEFA. Y en Italia ganó dos veces la Serie A tras desafiar a Milan y Juventus, los poderosos rivales del norte que se mofaban del sur. De su pobreza. En la capital del Vesubio, el 10 comparte honores con San Genaro, con decenas de murales que ilustran al ídolo caído en sus calles.
Problemas con la droga
Fue muy feliz en Nápoles, ciudad que vivió su ascenso y caída. 80.000 personas recibieron al crack argentino en la presentación más multitudinaria de la historia del club azul. Siete años después, y tras destaparse sus problemas con la droga y connivencia con algunos clanes locales, Maradona se fue solo, con la cabeza gacha, sin el reconocimiento que merecía de los dirigentes napolitanos. En Nápoles era sobradamente conocida su amistad con Carmine Giuliano, jefe de la Camorra.
Maradona alcanzó la gloria con el Nápoles y con la selección argentina. En 1978 no fue convocado por Menotti y en el Mundial de España, en 1982, solo mostró destellos de su gran clase, pero la albiceleste perdió contra Italia y Brasil. En México (1986), en cambio, Maradona lideró la victoria de Argentina, que derrotó a Alemania en la final (3-2).
El Argentina-Inglaterra
En el recuerdo siempre quedará el Argentina-Inglaterra del 22 de junio. Ese día marcó dos goles únicos. El primero, con "la mano de Dios". El segundo, tras driblar a todos los ingleses que le salieron al paso. Un gol ilegal y el mejor gol de la historia de los mundiales tumbaron a Inglaterra en la esperada venganza argentina tras la guerra de las Malvinas.
Terminado el partido, los ingleses estaban indignados. El seleccionador, Bobby Robson, encajó la derrota con su habitual flema y su sentencia sorprendió a todos. “El primer gol es ilegal, pero el segundo vale por dos”, dijo Robson, quien también tuvo un breve paso por el Barça. Tras su exhibición, Maradona se ganó el respeto de los argentinos. Mucho más le costó a Leo Messi.
Dos años en Barcelona
Maradona se fue mal de Barcelona, pero nunca renegó de la capital catalana. Célebres fueron algunas fiestas en su casa de Pedralbes que tanto indignaban a Núñez. Mucho más fluida fue su relación con sus compañeros, sobre todo con Quini, Marcos Alonso y Julio Alberto. También tuvo una buena relación con Bernd Schuster. Ambos tenían mucha clase y ambos fueron lesionados por Andoni Goikoetxea, del Athletic. En Barcelona, además, Maradona sufrió una presunta hepatitis, pero los fanáticos nunca olvidarán su gol imposible en el Maracaná de Belgrado y su obra de arte en el Bernabéu, con Juan José ridiculizado y la afición del Real Madrid aplaudiéndole. Y eso es mucho, como su legado.