Este miércoles el FC Barcelona ha hecho oficial el fichaje de Vitor Roque. El futbolista brasileño de 18 años firma por el club azulgrana hasta junio de 2030. Sin embargo, el presidente Joan Laporta confirmó en una entrevista que no llegará a la la capital catalana hasta enero o junio de 2024. O Tigrinho se convierte así en el duodécimo traspaso del presente siglo que llega al Barça procedente del fútbol brasileño.
¿Cómo les fue a los otros futbolistas que pisaron can Barça directamente tras deslumbrar en el país del jogo bonito? Siguiendo un orden cronológico inverso, el primero que aparece en la lista es Matheus Fernandes. Quizás el público no se acuerde de este centrocampista brasileño, que llegó en el mercado invernal de 2020 por 7 millones de euros, procedente del Palmeiras, y se marchó cedido al Valladolid sin pasar por la ciudad deportiva culé.
Los fichajes procedentes de Brasil en el siglo XXI: ver para creer
Tras media campaña sin pena ni gloria en Pucela, el bueno de Matheus pasó un año en la plantilla azulgrana y solo disputó un partido a domicilio frente al Dynamo de Kyev. Uno de aquellos que jugaban los suplentes y canteranos, cuando el Barça llegaba a la última jornada de la fase de grupos de la Champions como primero de grupo. Qué tiempos aquellos... A título anecdótico, de esos de "me río por no llorar", el club azulgrana se vio obligado a pagarle unos ocho kilos tras una denuncia del jugador por despido improcedente. Un desastre en mayúsculas.
Otro de los casos sonados es el de Arthur Melo. El medio brasileño dejó el Gremio para venir al FC Barcelona en 2018 por 31 millones de euros. Su rendimiento fue notable, siendo titular en la mayoría de encuentros. Pero, tras dos temporadas con un rendimiento irregular, una operación rocambolesca de Bartomeu y su séquito para cuadrar cuentas, su estancia en la Ciudad Condal terminó con un intercambio con la Juventus, que desencadenó en la llegada de Pjanic al FC Barcelona.
El caso de Yerry Mina es una anomalía dentro de esta lista. Su rendimiento fue malo, pero la operación excelente. Llegó a Can Barça en un frío enero de 2018, procedente del Palmeiras. El colombiano venía como una gran promesa, pero en sus escasas apariciones con la elástica azulgrana, salió en la foto de todos los goles en contra. Un ángel llamado Mundial de Rusia 2018 propició que el Everton -un club amigo que también se llevó a Lucas Digne y André Gomes el mismo verano- desembolsara 30 kilos por Mina. Una estancia corta y un negocio provechoso para el Barça, cuyo modelo económico deslumbraba en Hardvar, según Bartomeu.
El caso de Marlon Santos no lo recordará mucha gente. Lógicamente, porque no triunfó en el Barça. Sin embargo, la entidad también sacó beneficio de su estancia en Barcelona. El club azulgrana ejerció la opción de compra de 5 millones que el Fluminense había acordado por su traspaso, tras un buen año de cesión en el filial. El zaguero brazuca jugó la friolera de dos partidos con el primer equipo, y luego, el Niza pagó 12 kilos para hacerse con sus servicios. En nuestra imaginación quedará la pregunta de qué hubiese sido de Marlon si Ernesto Valverde hubiese confiado en él? Vista su carrera, poca cosa.
El eterno meme por excelencia es el de Douglas. Efectivamente, aquel jugador que convenció al Barça de que apostaran por él en lugar de gastar el mismo monto por Marco Asensio. 4 kilos al Sao Paulo en 2014. Su fichaje salió a millón por partido. Para el club azulgrana la operación fue un desastre, para él, un éxito a la altura de los mayores prodigios intelectuales de la historia. Pocos pueden presumir de tener un triplete en su palmarés.
De un crack a otro crack. De Douglas a Neymar Jr. Uno de los fichajes más sonados en la historia de la entidad. A falta de evidencias reales en las cifras, diremos que el jugador costó entre 57 y 100 millones al Barça. A nivel deportivo y económico, la operación fue un éxito: Ney llegó a la ciudad que lleva el nombre de nuestro club en 2014 como una joven promesa, y se convirtió en uno de los mejores jugadores del mundo. A nivel sentimental, muchos culés aún no se han recuperado de la traición que supuso su marcha al PSG, a pesar de los 222 millones que recibió el club, y que tan bien --nótese la ironía-- se invirtieron posteriormente.
Enrique y Keirrison. Dos míticos jugadores que eclipsaron mediáticamente la llegada de Pep Guardiola al banquillo azulgrana en 2008. Posaron con el pulgar arriba enfrente del escudo del Barça que reluce en las oficinas del Camp Nou, e igual que Publio Cordón, desaparecieron y nunca se volvió a saber de ellos. Ni siquiera se vistieron de corto. Con lo bonita que era la camiseta del Barça del Pep Team
El último en esta maravillosa lista es un futbolista que fichó por el Barça B y triunfó una vez se fue: Thiago Motta. El italo-brasileño estuvo cinco años en el feudo culé, se afianzó en el equipo, pero nunca terminó de explotar como se esperaba. Fue más conocido por sus fiestas con Ronaldinho que por su rendimiento en el verde. Tras marcharse del Barça, a los pocos años recaló en el Inter, y el FC Barcelona no aprovechó el favor que le hizo Motta tras autoexpulsarse en la vuelta de semifinales de Champions.
Aquella noche sería recordada por un dudoso gol anulado a Bojan que hubiese valido un billete para la final de Liga de Campeones en el Santiago Bernabéu en 2010. Bueno, y por ver a Mourinho empapado de agua tras abrir los aspersores del Camp Nou. Fabio Rochemback y Geovanni Deiberson fueron otros fichajes a la altura de la gestión de Joan Gaspart. Mucha ilusión y pocas nueces.