Leo Messi ha firmado con el Inter Miami. La franquicia fundada por David Beckham se ha llevado el gato al agua, a pesar de la astronómica e inigualable oferta procedente de Arabia Saudí, y del amor de la leyenda azulgrana por el FC Barcelona. Pero este fichaje no se ha gestado repentinamente, sino que se cuece a fuego lento desde 2019.
Los propietarios del club de la MLS, el empresario estadounidense Jorge Mas y el exfutbolista David Beckham, han trabajado a destajo durante años para conseguir el mayor bombazo de su historia.
Primeros acercamientos
Ese deseo irrefrenable se convirtió en acercamiento a partir de 2020. En el mes de agosto, el de la reanudación de una Champions League atípica por el Covid-19, el todavía jugador del Barça envió un burofax a Josep Maria Bartomeu. Por aquel entonces, el astro argentino pretendía acogerse a una cláusula que ya había vencido el 10 de junio para marcharse del club catalán. Aquella noticia inesperada puso en marcha la maquinaria de una franquicia estadounidense que pretendía convertirse en la más atractiva de la MLS.
Lo que no hizo sino aumentar los esfuerzos por traer a Messi a Miami fueron sus declaraciones en el programa de Jordi Évole: "Yo siempre tuve la ilusión de poder vivir la experiencia de vivir en Estados Unidos y vivir lo que esa Liga y lo que es la vida allá. Si pasa o no, después me gustaría volver a vivir en Barcelona".
Vivienda en Miami
Como cara visible y más carismática del proyecto, Beckham llevó las riendas de aquellas primeras negociaciones informales. A su vez, el 10 del Barça compró una propiedad en Miami. Esta adquisición disparó más si cabe las especulaciones y la ilusión en torno a la franquicia de Florida.
El reciente desdén de Messi al PSG transformó esos acercamientos en una oferta tangible, a razón de 50 millones de dólares por temporada. Aparte, marcas sponsors de la MLS como Apple y Adidas, esta última también patrocinadora del jugador, se volcaron en su fichaje por el Inter Miami.
La propuesta se encontraba a años luz de los más de 400 millones netos y anuales que ofrecía el Al-Hilal saudí. Sin embargo, la calidad de vida estadounidense y otros incentivos como llevarse los ingresos por derechos en televisión, las ganancias de Adidas y ser la imagen del Mundial 2026 decantaron la balanza.