Bruno Silva y Beatriz Miranda, la pareja que el Covid-19 separó para siempre / TWITTER

Bruno Silva y Beatriz Miranda, la pareja que el Covid-19 separó para siempre / TWITTER

Sucesos

Un hombre de 30 años muere de Covid-19 el mismo día de su boda

Durante todo el tiempo que estuvo ingresado en la uci se negó a quitarse el anillo de compromiso que le unía a su amada

7 mayo, 2021 00:19

Bruno Silva, publicista brasileño de 30 años, murió a causa del Covid-19. Lo más triste, sin embargo, es que su fallecimiento coincidió con el día en que iba a casarse con Beatriz Miranda, la chica con la que llevaba 11 años de relación.

La pareja, que se ha quedado a cargo de los dos hijos que tenían, declaró al portal Globo 1 que todo estaba preparado para el día más feliz de sus vidas, dado que habían dedicado un año a organizar la celebración.

85% de afectación pulmonar

El drama empezó cuando Beatriz dio positivo en un test de detección a finales de marzo y, ante este hecho, Bruno se aisló en su domicilio para realizar teletrabajo y evitar riesgos. La mala fortuna hizo que toda la familia cogiera el virus, aunque solo el padre se llevó la peor parte. El 27 de marzo tuvo los primeros síntomas asociados a la enfermedad y cuatro días después ingreso en un hospital.

Una vez allí, los médicos vieron que el 50% de sus pulmones estaban afectados, una situación que se agravó, por lo que tuvieron que ingresarlo en la uci. La virulencia de la enfermedad fue tal que dos días antes de su partida fue necesario ponerle respiración asistida, dado que el 85% de su sistema respiratorio sufría el impacto del virus.

Comprometido hasta el final

Tras su muerte, una sanitaria le explicó a Beatriz que durante todo el tiempo que estuvo ingresado, Bruno nunca se sacó el anillo de compromiso que le unía a su pareja, que le recuerda como “un gran marido y un gran padre”.

Por su parte, su madre siempre recordará las últimas conversaciones que tuvo con él, en las que dejaba claro que quería casarse. En este sentido, intentaba hablar, pero no podía. En sus labios solo pudieron leer la palabra “miedo”.