Una mendiga pide ayuda por la calle / CG

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Sucesos

Un clan de mendigos secuestra, agrede y obliga a prostituirse a una mujer durante dos semanas

La víctima, una joven nicaragüense de 31 años, logró escapar de sus raptores y alertar a una patrulla de la Policía Nacional

26 octubre, 2020 17:25

La Policía Nacional ha detenido a diez personas de diferentes nacionalidades que pertenecían a un clan de mendigos que secuestró, agredió y obligó a prostituirse a una mujer nicaragüense de 31 años durante dos semanas en la calle Ballesta de Madrid.

Según una portavoz de la Jefatura Superior de la policía madrileña, el pasado viernes 23 de octubre y alrededor de las 17.30 horas, la víctima pudo escapar de sus raptores y paró a una patrulla policial en la plaza Tirso de Molina. La mujer les contó todo lo sucedido y, aún conmocionada, llevó a los agentes al piso en el que era explotada.

Era prostituida entre mendigos

Según adelantó el diario ABC, esta joven deambulaba por la calle Bailén de Madrid con una maleta, pero sin techo ni dinero, a principios del mes de octubre. En ese momento, un hombre mayor y de nacionalidad búlgara le ofreció un cobijo y algo de comer.

La mujer accedió y se fue a una chabola situada cerca de la Plaza de España de la capital, lugar en el que fue robada, atada y violada por el mismo individuo. Por si fuera poco, el raptor la trasladaba a diario, bajo amenazas de muerte, al piso de la calle de la Ballesta. Allí la obligaba a prostituirse con los sus compañeros indigentes, quedándose el dinero recaudado.

Dormía maniatada y bajo amenazas

La víctima volvía todas las noches a la infravivienda, donde dormía maniatada de pies y manos. Asimismo, era amenazada con cuchillos, martillos y destornilladores además de ser pegada con guantes de boxeo, para no dejarle marcas y maquillarla sin problemas antes de que se acostara con los clientes. Durante la investigación, la policía localizó las bridas y los guantes en la chabola.

Tras una rápida actuación policial, los agentes detuvieron a diez personas de entre 21 y 69 años y de nacionalidades rumana, búlgara, marroquí, ucraniana y española. Todos son hombres salvo una mujer, la encargada de vigilar que la víctima no escapara. Todos tenían antecedentes policiales, aunque ahora han sido acusados de los delitos de agresión sexual, amenazas graves, detención ilegal, pertenencia a organización criminal e inducción a la prostitución.