Un hombre asesina a puñaladas a su vecina por no dejarle dormir
“Teníamos que haberlo hecho antes, estamos hartos de vosotros", ha espetado el padre del acusado, al que también se le imputa un delito de amenazas
25 junio, 2019 13:20Un hombre de 43 años se enfrenta a 26 años y medio de cárcel por matar con 68 puñaladas en un ascensor a la hija de una vecina anciana porque esta última “no le dejaba dormir”.
El supuesto asesino tendrá que responder ante un jurado popular de la Audiencia Provincial de Alicante, donde ocurrieron los hechos en marzo de 2018. La víctima, de 58 años, salía del ascensor para entrar en su vivienda con su madre.
Sin opción de defensa
Fue entonces cuando el detenido la cogió por el cuello, la derribó y le asestó hasta 68 puñaladas en la cara, cuello, pecho, tronco y brazos con una navaja, que contaba con una hoja de 10 centímetros de longitud. Así las cosas, según la fiscalía, este actuó sin que la otra pudiera defenderse y la dejo postrada en el suelo todavía con vida, mientras le decía a su madre que a ella no le haría nada “porque era muy mayor”.
No obstante, sí le dijo que se iba a “acordar de él por no dejarle dormir” y, al mismo tiempo, alardeaba de su determinación sosteniendo que era “valiente” y que iba a esperar a la Policía. Los agentes y una ambulancia se personaron en el lugar para atender a la víctima y trasladarla al hospital, donde falleció poco después como consecuencia de las heridas.
Amenazas del padre
El padre del acusado increpó a la madre de la víctima con los agentes presentes: “Teníamos que haberlo hecho antes, estamos hartos de vosotros, los tenías que pagar y lo pagarás”. De hecho, según el relato del fiscal, la policía tuvo que intervenir para evitar que la agrediese.
La fiscalía pide para el acusado de asesinato una pena de 25 años de prisión y otro año y medio de cárcel por amenazas, y para su padre demanda igualmente una pena de año y medio de prisión por otro delito de amenazas.
Además, se expone al pago de una indemnización de 150.000 euros al viudo, 100.000 euros a cada uno de sus dos hijos y otros 75.000 a su madre. Se da la circunstancia de que el acusado sufre un trastorno de personalidad diagnosticado por adicción al consumo de drogas, aunque en el momento de los hechos “no presentaba alteraciones mentales que afectasen a su inteligencia y su voluntad”.